Comentario
Por Claudio Ratier
La forja del proyecto
La génesis del
Anillo se remonta a 1848, cuando Wagner esbozó el texto conocido como
Siegfrieds Tod (
La muerte de Siegfried). Ante la necesidad de poner en escena todo lo que antecedió a la muerte del héroe, tres años más tarde y ya en el exilio en Suiza procedió con
Der junge Siegfried (
El joven Siegfried). Alentado en su proceso creador por Franz Liszt, y con ambos manuscritos sobre su mesa de trabajo, sintió nuevamente que faltaban muchas cosas precedentes que contar y se dirigió a los orígenes del mito de su héroe. Así fue el nacimiento del proyecto que definitivamente consistió en tres jornadas con un prólogo, basados en la epopeya medieval alemana
Das Nibelungenlied (
El cantar de los nibelungos) y en las eddas escandinavas, fuente principal de toda la mitología nórdica y escritas en Noruega e Islandia durante la era vikinga: valiéndose de lo tradicional, reunió antiguos elementos procedentes de fuentes diversas para forjar un mito nuevo.
Para noviembre de 1851 y según el plan trazado, ya estaban terminados los bocetos en prosa de
Das Rheingold (
El oro del Rin) y
Die Walküre (
La valquiria). Wagner escribió a Liszt: “yo tenía que dar cuenta de todo mi mito, según su significado más profundo y amplio, con la precisión artística más grande, para llegar a ser plenamente comprendido; no debe subsistir en él nada que haya de ser complementado por el pensamiento, por la reflexión: todo individuo dotado de un sentimiento natural tiene que poder entender el conjunto por medio de sus órganos de percepción estéticos, porque sólo entonces podrá hacerlo suyo exactamente hasta el menor detalle” (Dellin, op. cit., p. 279).
El trabajo avanzaba y para julio de 1852 estaba lista la primera versión del libreto de
Die Walküre. Este ir en un sentido inverso dio lugar a su vez a una revisión de los Siegfrieds, y mucho más tarde, hacia 1856, las dos últimas partes del
Anillo pasaron a llamarse definitivamente
Siegfried y Götterdämmerung (
El ocaso de los dioses); el nombre de esta última refleja el espíritu pesimista según el cual los dioses perecen aniquilados, contrariamente a la versión anterior en la que eran redimidos. A finales de ese año de 1852 el texto completo del Anillo estaba concluido, y Wagner lo leyó a lo largo de dos jornadas ante la familia Wille, en Mariafeld, acompañado por su amigo Herwegh. Puede decirse que fue el primer contacto del público con la obra.
La creación del
Anillo estuvo acompañada por la decisión de Wagner de romper relación con el público y el teatro de su tiempo, y por el pensamiento de no ofrecerlo hasta que se hubiera operado un cambio radical en la sociedad producto de una revolución. Así se expresó: “Sólo la revolución puede proveerme de los artistas y del público que necesito, la revolución próxima tendrá que poner fin necesariamente a toda nuestra administración teatral: tiene que derrumbarse y se derrumbará, esto es indefectible. Entre las ruinas reclamaré lo que necesito y entonces hallaré lo que me hace falta. Después levantaré un teatro frente al Rin e invitaré a una gran fiesta dramática: tras un año de preparación representaré luego toda mi obra en el transcurso de cuatro jornadas. Con ella daré a conocer a los hombres de la revolución el significado de esa revolución, según su sentido más noble. Este público me comprenderá, el actual no puede hacerlo” (Dellin, op. cit., p. 279). La revolución no tuvo lugar y el público de los primeros ciclos lo defraudó, pero consiguió lo que ningún otro compositor en toda la historia: tener su teatro propio capaz de responder a sus exigencias.
La composición de la música del
Anillo se inició el 1° de noviembre de 1853, no en el sentido inverso en el cual se escribieron los textos, sino en el orden que seguirían las partes a lo largo de su representación. Finalizados
Das Rheingold y
Die Walküre, la labor se interrumpió hacia 1857 luego de haber finalizado el segundo acto de
Siegfried. Siguió un período de descanso de doce años, en los que llegaron
Tristan und Isolde y
Die Meistersinger von Nürnberg. En 1869 Wagner retomó el proyecto y para fines de ese año
Götterdämmerung ya estaba finalizada.
Por gran insistencia de Luis II de Baviera y a pesar de la disconformidad del compositor,
Das Rheingold y
Die Walküre se ofrecieron en el Teatro de la Corte de Munich en 1869 y 1870 respectivamente. Recién 6 años más tarde llegaron al público como prólogo y primera jornada de la Tetralogía en su versión integral, en el Teatro de los Festivales de Bayreuth.