Comentario
Por Claudio Ratier
Praga
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial llegaron esperanzas
independentistas a Checoslovaquia, y, como dice Tyrrell, el clima
político era favorable a la idea de que Jenůfa, una “ópera morava”,
tuviese su añorado estreno en Praga. Ya mencionamos a Karel
Kovařovic, compositor y director del Teatro Nacional, quien finalmente
y luego de insistencias aceptó la partitura de Jenůfa… aunque
con algunos reparos.
Con la idea de estrenar la ópera a inicios de 1916 y con el propósito
de tener la mayor seguridad posible de que el público praguense
le diera una buena acogida, Kovařovic planteó como condición
efectuar una serie de modificaciones sobre el original. Según la
escritora y cantante Marie Calma-Veselá, que a su vez se ocupó de
persuadirlo para que aceptase la ópera, las objeciones se debían más
a su función que a su criterio de compositor. Cuando Janáček le
escribió a Kovařovic para manifestarle su alegría por la aceptación
de Jenůfa en el Teatro Nacional de Praga, se mostró bien predispuesto
hacia las modificaciones que fuesen necesarias.
En base al canto-piano, Kovařovic se puso a hacer sus cortes.
Cuando en diciembre de 1915 el compositor llegó a Praga para
discutir al respecto, y llegado el caso aprobar lo realizado, al examinar
el trabajo en la habitación de su hotel expresó no entender los
cortes efectuados. Se mantuvo contrariado hasta que, gestiones de
Calma-Veselá de por medio para aflojar la tensión, ambos se encontraron
y se pusieron de acuerdo.
Pero las cosas no quedaron en ese punto, porque antes de la primera
lectura de orquesta Kovařovic fue más allá en sus intenciones
y obtuvo por resultado una completa revisión de la partitura. No
todo consistió en practicar cortes, pues otros cambios radicales afectaron
a la orquestación y a la dinámica: así no solo quedaba alterado
el devenir de la acción, sino que además el propio sonido de la obra
sufría el impacto de un gran cambio. Fue un enorme trabajo de
“cirugía mayor” que demandó 23 lecturas de orquesta, hasta que el
26 de mayo de 1916 la “nueva” Jenůfa se estrenó en el Teatro
Nacional de Praga con sustanciales modificaciones. Bajo la dirección
de Kovařovic actuaron Kamila Ungrová y Gabriela Horvátová
(Sacristana) como parte del numeroso elenco. La recepción fue
triunfal y desde ese momento y por muchísimo tiempo, Jenůfa se
interpretó en su versión de Praga: así la imprimió la editorial
Universal y no existió otro material disponible durante años.
Como dato cabe agregar que no existen indicios de que Janáček
haya estado disconforme con los arreglos, al contrario: elogió la
dedicación de Kovařovic a su música y la calidad sonora de la
orquesta. Hasta se llegó a la conclusión de que él mismo tomó parte
en la más complicada de las modificaciones, que fue la que afectó
al final del acto III.