Comentario
Por Claudio Ratier
Composición
Janáček trazó un camino inverso que lo llevó a escribir primero la partitura con cada una de las partes instrumentales (
full-score), desde la cual se construyó posteriormente lo que llamamos el “canto-piano”: esto es las partes vocales junto a las instrumentales reducidas a las teclas de ese instrumento (generalmente es al revés, primero se escribe en piano y luego se instrumenta). Lamentablemente no se dispone de demasiados detalles sobre el largo proceso de creación, por lo que hay que recurrir a la memoria del mismo Janáček, a veces imprecisa por el paso del tiempo, y de una testigo clave llamada Marie Stejskalová, la sirvienta de la familia.
Declaró el músico: “Mi sirvienta recuerda que en su segundo año con nosotros yo comencé con la composición, o sea en 1896”. Más tarde se comprobó que el año en cuestión no era 1896 sino 1895, así que podemos dar por bueno este último como el iniciador de un largo proceso en el que el músico componía en sus tiempos libres, cuando se liberaba de sus funciones como director de coros y organista, maestro de música, director de la escuela de órgano y director de los conciertos de la filarmónica en Beseda. En una carta a su amigo Otakar Nebuška fechada el 22 de febrero de 1917, aseguró que debido al trabajo agotador de aquellos años, sumados ciertos problemas de salud de su hija Olga, le era difícil recordar con precisión algunos detalles sobre los primeros tiempos de la composición. Para peor no se ha podido disponer del original de la partitura, donde de seguro constarían valiosos datos: según Marie Stejskalová, fue quemado con un montón de cosas viejas en medio de una mudanza familiar. Pero no fue este el único detalle aportado por la mujer, quien también declaró que por Jenůfa su patrón había sacrificado todos sus momentos libres, y que mientras los demás se iban a dormir él se quedaba trabajando toda la noche: “A menudo me parecía que el maestro no se encerraba en el cuarto de estudio para componer, sino para luchar. Se levantaba de la cena, se quedaba parado, reflexionaba un momento, suspiraba y se decía ‘¡Señor, virgen María, ayúdenme!’ A medida que transcurrían los días les contaba a los suyos sobre su trabajo, si había avanzado o no, y lo hacía con tanta pasión que lograba convencerlos de que allí en su estudio se estaba gestando una gran obra”.
Aparentemente el primer acto de
Jenůfa fue terminado en 1897. Luego comenzó una larga pausa durante la cual Janáček trabajó en canciones folclóricas con František Bartoš, reunidas en una abundante colección publicada por la Academia Checa. También compuso durante ese lapso la cantata
Amarus (considerada la obra en la que aparecen por primera vez los característicos rasgos de un estilo propio) y se llega a la conclusión de que la evolución estilística alcanzada durante la interrupción de la composición de
Jenůfa, se tradujo en grandes progresos al momento de retomar la labor. Así lo advierte John Tyrrell en el prefacio a la edición definitiva de la obra, texto que sirvió como fuente principal para el comentario de este programa de mano (
Jenůfa, partitura para canto-piano de la reconstrucción de la versión de Brno de 1908. Editores: Sir Charles Mackerras y John Tyrrell. Universal, Viena, 2003. Prólogo de J. Tyrrell).
La pérdida del autógrafo original dificultó las investigaciones, pero por una carta del compositor a su hija Olga se desprende que el trabajo se reinició hacia fines de 1901, y que para antes del receso estival de 1902 aspiraba a concluir el segundo acto..