BUENOS AIRES LÍRICA - La experiencia de la opera
 
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Nabucco
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Comentario

Por Claudio Ratier

Nabucco llega al público

El estreno de la ópera estaba próximo. Giuseppina Strepponi llegó a Milán el 16 de febrero de 1842 y el 22 de ese mes cantó en Belisario de Donizetti. En una carta a un familiar, el compositor de Bergamo solicita que al respecto se le transmita a un empresario de Roma: “(…) que esta cantante (Strepponi) ha hecho tal furor aquí en Belisario, que es la única que no recibió un aplauso, que su Verdi no la quería en su ópera pero que la empresa lo ha obligado”. Estas palabras fueron escritas el 4 de marzo de 1842, cuando durante los ensayos y a pesar de sus intenciones originales, Verdi trató de sacar a Strepponi de la producción: el estado vocal era tan alarmante, que fue su gran preocupación de aquellos días.

A pesar de esta preocupación más que justificada, el ensayo general marchó óptimamente. Quizás por sugerencia de su cuñado Giovannino Barezzi, Verdi compuso la obertura de la ópera antes del estreno: era usual que la sinfonía, que no requería de labor escénica alguna, se dejase para último momento.

Al cabo de 12 agitados días de ensayos Nabucodonossor se estrenó el 9 de marzo de 1842 en el Teatro alla Scala de Milán (no pasó mucho tiempo hasta que tomase el nombre definitivo de Nabucco, aceptado por su autor). Las reseñas reflejaron que Ronconi como Nabucco tuvo un buen desempeño; Dérivis (uno de los bajos más importantes de su tiempo) impresionó con su actuación como Zaccaria, a pesar de algunos inconvenientes de afinación; la Strepponi evidenció sus previsibles problemas vocales, pese a lo cual salió adelante y llegó a puerto, mientras que el resto cumplió con lo suyo. Se bisó la plegaria Immenso Jeovha y luego de la segunda noche Verdi quitó la muerte de Abigaille, haciendo que la ópera concluyese con ese momento solemne. (Quizá haya tomado esta determinación por el mal estado vocal de Strepponi, aunque mantuvo el corte en posteriores reposiciones y así se hizo durante casi todas las producciones del siglo XIX.) La Gazzetta Privilegiata definió al estreno como “ruidoso y enormemente bien recibido por el público”. Es que las ovaciones se repitieron a lo largo de la velada, las salidas a escena para saludar al auditorio también fueron numerosas, sobre todo al terminar la representación. Al caer el telón, el compositor, aún traumatizado por la experiencia de Un giorno, creyó que los gritos eran de desaprobación, pero con sorpresa descubrió que estaba equivocado: por primera vez en su carrera vivía el gran éxito en carne propia. El estreno de Nabucco significó un grandísimo triunfo, otorgado por un público enardecido que con este primer capolavoro aprendía a admirar el arte de Verdi.

Y antes de terminar, ¿qué se puede decir del coro Va, pensiero? Sabemos que Verdi otorgó a la masa coral un peso tan grande, que la convirtió en otro gran protagonista de la ópera. El coro es el portador de la voz del pueblo de Israel, que vuelca su más sentida emoción en ese momento tan eficaz y bello, de inmediato reconocible por quienes lo escuchan, sean o no amantes de la ópera. Por el estado de cautiverio que viven los hebreos no fue difícil que el pueblo del norte de Italia, dominado por el yugo austríaco, se identificase con ese pasaje del drama y que el Va, pensiero se llegase a transformar con el tiempo en una suerte de himno paralelo de los italianos. Sorprende la falsa versión, difundida por uno de los más meticulosos estudiosos verdianos, Franco Abbiati, de que la noche del estreno el Va, pensiero fue bisado:
Rara testimonianza di lode fu data al Maestro Verdi (dopo il coro Va, pensiero…) e tutte le mani battevano perchè si obviase questa volta alla prescrizione di non acordar repliche; e il desiderio universale venne superiormente appagato.” / “Inusual demostración de elogio fue dada al Maestro Verdi (después del coro Va, pensiero…) y todas las manos batían para que se obviase esta vez la prohibición de no conceder repeticiones; y el deseo universal fue satisfecho.” (Franco Abbiati, Verdi, Ricordi, Milano, 1959 - Vol. I, p. 415. Traducción mía.)

El paréntesis colocado por Abbiati en medio de esta cita, extraída de una reseña publicada el 20 de marzo por la Gazzetta Musicale di Milano (de frecuencia semanal), hace parecer referido al Va, pensiero algo que se refiere en realidad a la plegaria Immenso Jeovha. Sorprendido, Parker califica de absurda esta afirmación (Op. cit., p. XX). Si el Va, pensiero es una pieza única por su belleza y significado, ¿necesitaba de fábulas como esta -o la del libreto que luego de caer al piso se abre allí, justo en esa parte- para reforzar su importancia? Creo que no, no aportan nada, entorpecen la investigación y alejan de la verdad.
 

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