Comentario
Por Claudio Ratier
Rumbo a Nabucco
Que nos acerquemos a los días de la gestación de
Nabucco, no quiere decir que Verdi se encontrase repuesto de su tragedia familiar y que haya decidido regresar a la composición. Para conocer cómo se dieron las cosas nos remitiremos a las fuentes mencionadas y comenzamos por el
racconto a Giulio Ricordi. En síntesis, podemos decir que en una conversación mantenida entre Verdi y Merelli sale el tema de que el compositor alemán Otto Nicolai, activo en escenarios italianos como el de la Scala, estaba muy disconforme con un libreto que el empresario le había entregado para que pusiese en música. El libreto en cuestión era de Temistocle Solera y se llamaba
Nabucodonossor. Como Verdi no había hecho nada con el libreto de
Il proscritto, lo pone a disposición del empresario para que este se lo pase a Nicolai; la idea es bien recibida. Minutos más tarde, en sus oficinas, Merelli le da casi por la fuerza el libreto de Solera a Verdi, que no quiere saber nada con ponerle música. Al llegar a su casa lo arroja sobre la mesa, con tal violencia que cae al suelo y se abre… justo donde aparecen los versos de un coro llamado
Va, pensiero… Verdi se interesa, lee, sigue leyendo, no para de leer y a la mañana siguiente conoce el libreto de Solera a la perfección. Pese a esto aún se resiste a componer, pero Merelli le insiste tanto que cede y se larga con la escritura de
Nabucco.
Hasta aquí el testimonio a Ricordi. Pasamos a Lessona y nos encontramos con coincidencias (la conversación con Merelli, el intercambio de libretos) y también con una importante divergencia: el libreto no fue a parar encima de la mesa ni tampoco cayó al piso para abrirse en el
Va pensiero. En realidad las cosas habrían sido bastante menos romancescas: Verdi lo hojeó, se interesó, reparó con interés en el
Va, pensiero, se fue a dormir, a la mañana siguiente lo leyó completo pero, desganado, se lo devolvió rápidamente a Merelli. El empresario no se lo aceptó, el compositor regresó a su casa y lo dejó en un estante de su biblioteca por cinco meses, hasta que un buen día decidió volver sobre él (mayo de 1851). Lo abrió hacia el final y leyó la muerte de Abigaille, a la que de inmediato le puso música. Poco después comenzó a componer el resto y la partitura estuvo terminada en tres meses. (Versión respaldada por Verdi en una carta a su amigo el conde Opprandino Arrivabene, a quien aseguró que Lessona trazó el preciso relato de los acontecimientos (7 de marzo de 1874).
Continuemos con las fuentes, ¿qué dice Demaldè? Nada del intercambio de libretos con Otto Nicolai, pero aporta el dato de que Verdi quería romper con Merelli por haberlo obligado a escribir
Un giorno di regno, hasta que aceptó componer una ópera seria y una vez terminado ese compromiso quedaría libre de obligaciones. No refiere que el libreto de Solera ya existiese como tal, y que lo recibido por Verdi fue una sinopsis argumental, o programa, que en principio no lo satisfizo. Recién ahí, dice, Solera comenzó a escribir sus versos para el libreto definitivo.
Ercole Cavalli habla de la profunda depresión de Verdi, quien al retomar la actividad se encuentra con que Solera escribía dos libretos por encargo:
Nabucco para Nicolai, Il proscritto para él (en realidad, tenemos elementos para saber que este libreto había sido presentado y dejado de lado antes de la desgracia familiar). Pero los músicos se mostraron insatisfechos, intercambiaron sus textos y cada cual compuso su ópera. Agrego que Nicolai estrenó
Il proscritto en la Scala el 13 de marzo de 1841 y que con respecto a la autoría del libreto, Cavalli plantea confusión. Sabemos que el autor fue Gaetano Rossi, pero en medio de la falta de datos precisos es posible que Solera haya hecho una revisión del original, lo que podría haber confundido a Cavalli.
Muy oportunamente Roger Parker, en su introducción a la edición crítica de la partitura (The University of Chicago Press –Ricordi, Milano, 1996, p. XIII y siguientes), cita otra fuente que no hemos mencionado hasta ahora: los
Tagebücher (Diarios) de Otto Nicolai, de gran utilidad para aclarar un poco tan brumoso panorama.
De esta fuente sacamos en limpio que Otto Nicolai recibió
Il proscritto, pero no le gustó (28 de septiembre de 1840); luego le fue entregado
Nabucco, tan poco afín a su estilo que también terminó rechazándolo (26 de noviembre de 1840; habría expresado su rechazo los primeros días de enero); finalmente no tuvo más remedio que regresar al Proscritto (4 de enero de 1841; esto nos hace pensar en la alta probabilidad de que Solera haya hecho retoques sobre el original de Rossi, lo que le daría algo de razón a Cavalli).
Luego de contrastar estas fuentes podemos sacar en limpio que: 1) A comienzos de 1840 Verdi recibió el libreto de
Il proscritto, que no le produjo interés; 2) en su lugar debió componer
Un giorno di regno y su prioridad sobre el otro libreto habría caducado; 3) por su desgracia familiar atravesó una tremenda depresión que lo alejó de su actividad; 4) estaba disgustado con Merelli, por haberlo obligado a componer una ópera cómica que fracasó; 5) más tarde (¿el 20 de enero de 1841?) se encuentra con Merelli y acepta de mala gana el libreto de
Nabucco, rechazado por Nicolai algunos días antes; 6) lo lee, se interesa, pero no tiene voluntad para componer; 7) cinco meses más tarde se encuentra mejor de ánimo, lo retoma e inicia la composición de
Nabucco.
Si las cosas sucedieron así, la renuncia de Verdi al libreto del
Il proscritto en su conversación con Merelli del 20 de enero de 1841, y el intercambio directo o indirecto con el alemán, son parte de la leyenda que rodea a
Nabucco (Nicolai recibió el libreto de Rossi en 1840, recordémoslo). Como también lo es que el libreto cayese violentamente al piso, que justo se hubiese abierto en el coro
Va, pensiero y que a partir de ese hecho milagroso la composición se haya iniciado de inmediato..