Comentario
Por Claudio Ratier
Praga y Viena
Gracias al éxito en Praga
Don Giovanni llegó a Viena el 7 de mayo de 1788. José II tenía grandes expectativas, pero la noche de su estreno la ópera no gustó. Por su lado el emperador se mostró altamente complacido, tanto que
Don Giovanni le pareció mejor que
Le nozze di Figaro, pero ante la opinión general manifestó que no era “manjar para los dientes de (sus) vieneses”. Esto también se sabe por las
Memorie de Da Ponte, que agregó que luego de llevarle la noticia a Mozart (¿en francés?, ¿en un alemán balbuceado mezclado con italiano?, ¿por medio de señas?) recibió por comentario: “démosles tiempo para masticarla”. Efectivamente, el compositor estaba convencido con firmeza de las virtudes de su creación. Pero unos cuantos opinaban que faltaba “algo” y se dio lugar a una serie de cortes y agregados. Los vieneses tuvieron tiempo de masticar y digerir bien, y
Don Giovanni se impuso en la capital imperial. Las modificaciones fueron las siguientes:
1) Cambio del aria de Don Ottavio del acto II,
Il mio tesoro, que por sus difíciles coloraturas no satisfacía al tenor Morella, por el aria
Dalla sua pace, incluida en el acto I después del aria de Donna Anna
Or sai chi lo’onore.
2) Sustitución del aria de Leporello del acto II,
Ah pietà, signori miei, tras el sexteto, por un recitativo.
3) Inclusión de una escena y un duetto entre Leporello y Zerlina en el acto II,
Per queste tue manine, antes del punto siguiente. (La práctica más común consiste en la omisión de este duetto.).
4) Inclusión de la escena y aria de Donna Elvira en el acto II,
In quali eccessi, o numi – Mi tradì quell’alma ingrata, luego del punto precedente y antes de la escena del cementerio.
5) Posibilidad de omitir el conjunto final, para terminar la ópera con la caída del protagonista al infierno.