Comentario
Por Claudio Ratier
Piotr I. Tchaikovsky
Alumno de Anton Rubinstein y egresado del Conservatorio de San Petersburgo, Piotr I. Tchaikovsky (1840-1893) aún hoy lleva el rótulo de "el más europeo de los compositores rusos". El cliché tiene su fundamento, pero urge aclarar que sólo contempla un aspecto superficial. Es verdad que Tchaikovsky tuvo evidentes influencias germanas y francesas, fue heredero del neoclasicismo, cultivó los grandes géneros tradicionales de Europa occidental, su formación académica también fue tradicional, escribió música para ballet, muy de moda en Europa por aquella época... Pero igualmente cierto y acaso más relevante que lo antedicho es que a lo largo de su vida se dedicó a profundizar en el folclore ruso, presente en toda su obra; sumemos que, salvo excepciones, sus óperas se basan en temas de la literatura rusa; también resultó ser, desde el punto de vista formativo, el más sólido de los músicos rusos de su época y sus constantes viajes a Occidente, que incluyeron los Estados Unidos, lo convirtieron en el primer compositor ruso de gran prestigio, auténtico embajador, o, si se prefiere, exportador musical de su nación.
A modo de explicación del rótulo mencionado en el párrafo anterior, es oportuno referir las palabras del musicólogo León Plantinga (1), quien nos cuenta que durante el período de apogeo del Grupo de los Cinco (Rimsky Korsakov, Musorgsky, Borodin, Balakirev, Cui), Tchaikovsky fue alumno del Conservatorio de San Petersburgo, casa que era objeto de críticas por parte de este cenáculo. Luego, al fundarse el Conservatorio de Moscú pasó a formar parte de su plantel docente, inmediatamente vinieron los viajes ya mencionados, y el aspecto paneuropeo, sumada una formación en el marco de las tradiciones, colocaron al compositor en el lado opuesto a un grupo de músicos cuya labor, con ideas divergentes, también fue de importancia capital para el destino de la música de su nación. Inaugurada la ópera rusa por Glinka, los Cinco y Tchaikovsky emprendieron caminos que, en lo esencial, tuvieron como única meta el engrandecimiento de la música de su país sobre elementos de la tradición folclórica.
Aunque Tchaikovsky haya incursionado en todos los géneros musicales de su tiempo, la ópera ocupó un lugar central en su producción. De las primeras sólo se conserva
Oprichnik (1872), sobre libreto propio (las demás creaciones de esta fase inicial fueron destruidas).
Un lenguaje musical genuinamente ruso era una de sus grandes preocupaciones, y, como también señala Plantinga (2), esta inquietud se atribuye a los contactos del compositor con Balakirev. A la ópera mencionada siguió
Vakula el herrero (1874), con libreto inspirado en Gogol, y destacamos que de la decena de dramas musicales debidos a su genio, sólo dos no parten de temas rusos:
La doncella de Orleáns (1881), con texto basado en Schiller, y
Iolanta (1892), sobre una leyenda danesa (en una carta a su hermano Modest, Tchaikovsky se lamentó por haber aceptado el encargo de esta composición). También es importante señalar que entre sus óperas, las dos que se incorporaron inmediatamente al repertorio universal son
Evgeny Oneginy
La dama de pique.
(1) Plantinga, León, La música romántica, Akal, Madrid, 1992.
(2) Plantinga, León, op. cit.