Comentario
Por Claudio Ratier
Digresión: el despertar de las letras rusas
La música y la literatura de Rusia, como disciplinas dueñas de una identidad propia, son producto del siglo XIX. Herederas de siglos de tradiciones populares, ambas estuvieron estrechamente relacionadas, y el punto de partida de la literatura nacional se dio con la aparición del poeta, cuentista y dramaturgo Alexander Pushkin. Nicolai Gogol fue su contemporáneo, luego llegaron Feodor Dostoievsky, Lev Tolstoi y Anton Chejov, quienes además de constituir los cinco pilares fundamentales de la literatura nacional del 800, se cuentan entre lo más grande de las letras universales de todos los tiempos.
Alexander Pushkin nació el 6 de junio de 1799 en el seno de una familia aristocrática. Se crió en un ambiente altamente afrancesado, pero por fortuna conoció el idioma y las leyendas populares de su país gracias a su niñera, Arina Rodionovna, quien de esta manera le realizó un aporte vital para su futuro literario. Establecido en San Petersburgo se hizo poeta en medio del fervor patriótico que se desató tras la derrota de Napoleón en 1812, y sus críticas al zar y sus funcionarios le valieron el destierro en el sur de Rusia en 1820, seguido por el arresto domiciliario en la casa de sus padres entre 1824 y 1827. Durante su permanencia en el extremo meridional del país y bajo la fuerte influencia de Byron, cultivó un romanticismo del que no se apartó jamás, aún cuando incursionara en el historicismo y dejara sentadas las bases para una literatura futura de tipo realista. Cuando se le levantó la pena de arresto, regresó a San Petersburgo y el zar Nicolás I lo llamó "el hombre más inteligente de Rusia".
La escritura de su novela en verso
Evgeny Onegin , apreciada como el poema nacional ruso, abarcó el período comprendido entre 1823 y 1831, y su publicación tuvo lugar en 1833. El escritor tuvo cuatro hijos con su esposa Natalia, mujer cuya extraordinaria belleza era admirada por el mismo zar y por otros miembros de la corte. Esto acarreó consecuencias trágicas, pues el más ferviente de los admiradores, un oficial francés llamado Georges D'Anthés, llegó a tal extremo con sus acosos que, para defender el honor de su esposa, Pushkin lo retó a duelo. El encuentro tuvo lugar en un descampado durante una mañana blanca y helada, el militar disparó su pistola antes de que los padrinos dieran la señal y el poeta cayó muerto. Sucedió el 10 de febrero de 1837 y la consternación fue enorme. Tan admirado era Pushkin, que ante el temor por los desmanes que pudieran desatar sus seguidores se dispuso que los restos no fueran trasladados a la ciudad de San Petersburgo, sino a una capilla de las afueras. Con la inevitable asociación de este hecho trágico con el similar momento de la novela en verso (la muerte de Lensky), es viable pensar que el poeta vaticinó ciertas circunstancias de su propia muerte.
La literatura de Pushkin sirvió como fuente de inspiración para los compositores de ópera rusos en numerosas ocasiones. Citemos algunos ejemplos, además de la mencionada
Ruslán y Ludmila :
Rusalka (1856) y
El convidado de piedra (1872), de Alexander Dargomisky
, Boris Godunov (1874), de Modest Musorgsky,
Mozart y Salieri (1898),
El zar Saltán (1900) y
El gallo de oro (1909), de Nicolai Rimsky-Korsakov,
La hija del capitán (1911), de Cesar Cui,
Mavra (1922), de Igor Stravinsky. Inspiró a Tchaikovsky la ópera que nos ocupa,
Evgeny Onegin (1878), y también
Mazepa (1884) y
La dama de pique (1890).