Algunas palabras acerca de la ópera
Le nozze di Figaro marca un hito de madurez en la carrera operística de Mozart. A pesar de atender a ciertas formalidades, jamás se había escrito nada similar. Contrariamente a las oberturas (o sinfonías) de las dos óperas siguientes que conformarán la "trilogía Da Ponte", donde se aprecian motivos identificatorios que se repetirán durante la acción, la de Le nozze actúa como "telón orquestal" previo a la representación, según la costumbre. Esto no quita que con sus crescendi , sus momentos de tensión y reposo, y su juego de matices que vertiginosamente oscilan entre el forte y el piano nos introduzca desde el primer compás en el espíritu de ese "día de locos", en el que habrá que desplegar un gran ingenio y correr mucho para llegar a un buen final.
Esta sinfonía es una pieza infaltable en el repertorio de concierto de las orquestas de todo el mundo, y una importante cantidad de arias de la ópera siempre figuró en el repertorio de los cantantes de todos los tiempos. La lista es larga, pero podemos referirnos a Se vuol ballare , la desafiante aria de Figaro del acto I, donde el criado planea desplegar su ingenio para que el conde "baile" al ritmo que él desea. Sigue La vendetta , el aria de Bartolo, escrita de acuerdo a la tradición buffa napolitana. Con Non so più cosa son , cosa faccio se presenta el paje Cherubino, en quien, con acierto, varios ven un Don Giovanni adolescente: de qué admirable manera la melodía y el ritmo transmiten las sensaciones y sentimientos del personaje. La exultante e irónica Non più andrai , con la que Figaro despide a Cherubino, cierra el acto, donde todos parten al ritmo de una marcha militar.
El comienzo del acto II contrasta con lo que se escuchó hasta ese momento. Es la presentación de la Condesa, ganada por la melancolía y la decepción, que nos hará partícipe de sus sentimientos con el aria Porgi, amor . El carácter cambiará con la llegada de Cherubino, que le cantará a la Condesa la canción Voi che sapete , el recurso de "la música dentro de la música", al que Mozart regresará con la marcha y la danza al finalizar el acto siguiente.
Otro momento de extraordinario lucimiento es el aria del Conde del acto III, Vedrò, mentr'io sospiro , soliloquio en el que comienza a vislumbrar su impotencia ante el devenir de los acontecimientos.
Durante el acto IV, pleno de complicaciones y malentendidos, con el aria Aprite un po' quegli occhi el confundido Figaro se dirigirá a los hombres del auditorio para expresar su pensamiento acerca de las peligrosas mujeres, y luego Susanna cantará su exquisita Deh, vieni, non tardar . En su minucioso libro Las óperas de Mozart , Stefan Kunze (*) señala la importancia del tratamiento instrumental a lo largo de toda la obra, no como canal de expresión de sentimientos, pues esto ocurrirá con el drama romántico, sino como artífice de un juego de contraposición con los personajes, que genera una idea de adversidad. Entre otras cosas, la trama de Le nozze di Figaro está plagada de adversidades.
Lejos de realizar un detallado análisis que excedería el propósito de este comentario, no podemos pasar por alto el finale secondo . De una duración jamás concebida hasta ese momento, presenta una continuidad dramático-musical que constituye un sólido precedente para la ruptura de la estructura numérica de la ópera italiana, y que caracterizaría a la ópera alemana compuesta decenios más tarde. Comienza como dúo entre el Conde y la Condesa, se suma Susanna, se suma Figaro, y llegan otros personajes hasta formar un septeto de una riqueza teatral y musical extraordinaria.
En la mencionada pieza de Peter Shaffer, el personaje de Mozart hace una interesante descripción de este final de acto.
Por último, no podemos dejar de hacer hincapié en un fuerte rasgo del acto IV, situado de noche en los jardines del Conde. Comienza con la cavatina de Barbarina, L'ho perduta, me meschina , pieza breve que se cuenta entre lo más bello y delicado de la ópera. La tonalidad de Fa menor nos introduce en la atmósfera nocturna y en el mundo de la naturaleza como paisaje anímico. Durante el previo período barroco la ópera echó mano a la naturaleza y se pobló a sí misma de vientos y tempestades, cuya finalidad era el lucimiento virtuosístico de los cantantes (las famosas arie di tempesta ). Aquí la relación con la naturaleza es muy distinta, es profunda e introspectiva, Mozart señala un camino a recorrer que será exhaustivamente explorado en el siglo XIX.
(*) Kunze, Stefan, Las óperas de Mozart , Alianza, Madrid, 1990.
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Por Claudio Ratier
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Manuscrito del inicio del finale secondo.
Frente de la casa donde Mozart compuso Le nozze di Figaro , en Viena. |