El triunfo veneciano del caro
sassone
Agrippina
se estrenó en el Teatro San Giovanni Grisostomo con motivo del carnaval
veneciano de 1709-1710. Se estima que su estreno tuvo lugar el 26 de diciembre
de 1709, pero algunos sostienen que habría sido en los primeros días de enero
del año siguiente. El elenco estuvo formado por aclamados artistas: Antonio
Francesco Carli (Claudio), Margherita Durastanti (Agrippina), Valeriano
Pellegrini (Nerón), Diamante Maria Scarabelli (Poppea), Francesca Vanini
(Ottone), Giuseppe Maria Boschi (Pallante) y Giuliano Albertini (Narciso). Era
la segunda y última ópera de Händel escrita para Italia y su éxito fue tan
extraordinario, que se ofreció durante veintisiete noches ininterrumpidas. Al
respecto, conviene citar las palabras de Mainwaring, escritas en 1760 para un
trabajo biográfico sobre el músico: “Los espectadores estaban tan encantados
con el espectáculo, que un extranjero que hubiese sido testigo de tal
exaltación habría pensado que estaban locos. En cada pausa el teatro estallaba
en gritos y aplausos, exclamaban Viva il caro sassone! (¡Viva el querido
sajón!) y proferían otras expresiones tan extravagantes que no puedo
reproducir. Estaban descolocados por la grandeza y sublimidad de su estilo:
hasta ese momento no habían conocido la fuerza de la armonía y la modulación
dispuestas con tal nitidez y combinadas tan enérgicamente.” Las palabras son
clarísimas, no solo para reflejar el éxito, a modo de crónica, sino para
ilustrar esa amalgama de procedimientos técnicos y estilísticos que tanto
tuvieron que ver con la grandeza y el futuro londinense de Händel. Demostró
saber captar como pocos la esencia de las palabras, en admirable conjunción con
la música, ya sea en los recitativos portadores del peso de la intriga, o en
las magníficas arias que caracterizaron su estilo. Podemos seguir citando
palabras que se refieren a esos días tan felices: “(...) el sajón venía de
pésimo humor, congestionado por el enojo también, desde luego, por algunos
tintazos de más– porque un mamarracho cubierto de cencerros le había meado
las medias, huyendo a tiempo para esquivar una bofetada que, cayendo en la nalga
de un marico, hubiese puesto la víctima a ofrecer la otra mejilla, creyendo que
el halago le venía en serio. —Cálmate –dijo el Fraile Pelirrojo– ya sé
que la Agrippina tuvo, esta noche, más éxito que nunca. —¡Un triunfo! –dijo
el napolitano, vaciando una copa de aguardiente dentro de su café. El Teatro
Grimani estaba lleno”. A esto no lo escribió Mainwaring, pero lo imaginó
Alejo Carpentier en Concierto barroco; como dicen los italianos, se non è vero
è ben trovato. Los compañeros aludidos por el escritor y musicólogo cubano en
medio del furor carnavalesco, son Vivaldi y Domenico Scarlatti. Händel, junto
al “fraile pelirrojo”, Alessandro Scarlatti, Giovanni Bononcini y Nicola
Porpora, se alineó como uno de los grandes compositores de ópera italiana del
período barroco. Tuvo la ductilidad suficiente como para incorporar a su
sapiencia germánica el estilo de la estética belcantística que dominaba en
Italia, y, ¿por qué no?, podemos decir que fue el más grande operista de su
tiempo. Agrippina significó una confirmación y luego de este triunfo, Händel
buscaría nuevos horizontes. En Londres escribió muchas óperas que conocieron
el éxito, se convirtió en empresario, luego de la bancarrota decidió
abandonar el género y, repuesta su salud tras un penoso stress que casi le
cuesta la vida, se consagró nuevamente, en esta segunda oportunidad, como autor
de oratorios ingleses; dentro de este género, tampoco fue superado por sus
contemporáneos.
Buenos
Aires Lírica se enorgullece de ofrecer al público el estreno sudamericano de
Agrippina, en una versión encarada según el criterio del historicismo. Con
este fin se eligieron al director y violagambista Juan Manuel Quintana,
indiscutible autoridad dentro de lo que denominamos “música antigua”, y al
régisseur Claudio Gallardou, reconocido especialista en teatro del siglo XVIII.
Lejos
de ser una rareza, Agrippina ha sido rescatada en los últimos años y hoy es de
frecuente inclusión en las programaciones de ópera del hemisferio norte:
actualmente se registran varias producciones por temporada. También es nuestro
deseo contribuir al hábito de que las obras para la escena del caro sassone,
inexplicablemente tan poco difundidas en nuestro medio, comiencen a ser tenidas
en cuenta en la futura actividad operística de Buenos Aires.
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