Por Claudio Ratier
los primeros años
La gestación de Ernani
El estreno

Algunas palabras acerca
de la música

hernani y su autor
Ernani en Buenos Aires *

Los primeros años

El estreno de Oberto, conte di San Bonifacio (1839), inició a instancias del empresario Merelli la colaboración de Verdi con el Teatro alla Scala de Milán. Quizá compuesto a partir de un desconocido Duca di Rochester (1836) , le dio al compositor un éxito inesperado, al punto de haberse ofrecido catorce representaciones. Era su primera ópera y a cambio recibió una buena suma de dinero y el encargo de otras tres creaciones; la casa Ricordi pasó a ser la responsable editorial. En contraste con este primer éxito, en 1840 llegó la comedia Un giorno di regno , que resultó un fracaso absoluto. Verdi atravesaba el peor momento de su vida: con la muerte de su esposa y de sus dos hijos, la situación no se prestaba para escribir una ópera cómica.

Con el ánimo doblemente destrozado, el músico pensó en abandonar la composición definitivamente hasta que Merelli entró en escena una vez más. Cuando creyó que era el momento indicado, prácticamente “obligó” a Verdi a aceptar un libreto de Temistocle Solera llamado Nabuccodonossore . El compositor lo aceptó con desgano y al llegar a su casa procedió a su lectura. Sabemos que era un ferviente patriota italiano y se dice que al leer el texto del coro Va, pensiero , se decidió a escribir su tercera ópera: identificar la situación de los judíos cautivos por los asirios, con la de los italianos bajo la ocupación austríaca, habría sido un motivo más que suficiente.

La ópera se estrenó en La Scala en 1842, con Giuseppina Strepponi (futura esposa del maestro) como Abigaille, y el éxito fue rotundo. Además de los valores musicales y la configuración de un estilo que ya daba fuertes señales de identidad propia, el componente político era innegable. En el término de cuatro meses se dieron cincuenta y siete representaciones y desde 1844 el título de la ópera se simplificó y pasó a ser conocida como Nabucco .

A éste siguió un nuevo encargo, I Lombardi alla prima crociatta . También sobre libreto de Temistocle Solera, se estrenó en La Scala en 1843 y, aunque no se puede decir que sea superior a Nabucco , también conoció el éxito. Éste se debió igualmente y en parte a razones políticas, y marcaría el inicio de una larga y fatigosa relación entre el compositor y la censura. No fue difícil que el público se identificara con los lombardos y viera en los infieles sarracenos a los invasores austríacos: ante el coro “ La Santa Terra oggi nostra sarà...”, el auditorio replicó enardecido, para sorpresa y desesperación de las autoridades policiales: “Sí!... Guerra, guerra!”.

Ese mismo año, Verdi, que jamás había abandonado el valle del Po (salvo cuando presenció el estreno de Oberto en Génova), emprendía su primer viaje largo. El destino fue Viena, primer punto de una seguidilla de viajes e intenso trabajo que duró seis años, a lo largo de los cuales conoció éxitos y fracasos. Fueron los anni di galera , o años de esclavitud , durante los cuales se hicieron presentes los fuertes estados depresivos, los trastornos estomacales y las infecciones de garganta, al extremo de que por esta suma de factores, que hoy podemos resumir en la palabra stress , el maestro puso en riesgo su vida.

El director musical en Viena por aquel entonces era Gaetano Donizetti, y es conveniente citar sus palabras acerca de Verdi, dirigidas a una dama milanesa llamada Giuseppina Appiani:

“Apruebo su pasión por Verdi; cuanto más ame usted a artistas de grandes dotes, tanto más la estimaré; no puedo enfadarme por eso; mi tiempo para la preeminencia ha pasado; otros han cedido su lugar para abrirnos paso a nosotros; nosotros tenemos que abrir el camino a otros. Sin embargo, soy muy, muy feliz de dar paso a gente del talento de Verdi. Los amigos siempre son temerosos, pero puede estar muy segura del éxito de este joven. Los venecianos lo apreciarán tanto como los milaneses... Nada impedirá al buen Verdi alcanzar muy pronto una de las posiciones más honorables en la cohorte de los compositores.” (1)

Magnánimas palabras las del maestro de Bérgamo. A instancias de Merelli, la temporada de ópera en Viena debía abrirse con Nabucco , seguida por Linda Di Chamounix , de Donizetti. Diversos avatares motivaron que el orden fuera exactamente inverso, y la segunda ópera de la temporada fue Nabucco , cantada por afamados artistas como el tenor Carlo Guasco, la soprano Teresa de Giuli y el bajo Dérivis (los dos últimos ya la habían cantado en La Scala ). El estreno vienés tuvo como director a Verdi y el éxito fue grande, pese a cierto temor del compositor originado en las intrigas características de la capital imperial. Verdi no quiso revelar el nombre de quien originó las intrigas, pero sí sabemos que el compositor Otto Nicolai opinó, en la ocasión, que las óperas de Verdi “son verdaderamente horribles y extremamente degradantes para Italia”. (2)

El maestro no permaneció mucho tiempo en Viena. Con cuatro óperas en su haber, una de moderado éxito, una un fracaso, dos un triunfo, ya era un compositor de enorme prestigio. Las relaciones con Merelli y La Scala entraban en una etapa de deterioro y comenzaba a entablar una duradera relación con La Fenice de Venecia. Junto con el de la Scala , éste sería el escenario más importante de su carrera. Allí tuvo la oportunidad de reponer I lombardi ... y de componer una nueva ópera por encargo del empresario Mocenigo. La negociación contractual fue dura, pues Verdi ya conocía los vericuetos del negocio de la ópera, y La Fenice aceptó sus condiciones. Pero, ante todo, ¿cuál era el tema a elegir para el nuevo drama?

(1) Phillips-Matz, Mary Jane, Verdi, una biografía , Paidós, Barcelona, 2001.
(2) Phillips-Matz, Mary Jane, op. cit.

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