Comentario
Por Claudio Ratier
Un título para la Scala
En 1833 Saverio Mercadante debía cumplir con un encargo del Teatro Alla Scala de Milán, que no pudo llevar adelante por problemas de salud. Por esta razón llamó a Gaetano Donizetti y le encomendó ocupar su lugar, tarea que nuestro compositor asumió según su propio plan. Ya había alcanzado un importante logro con
Anna Bolena (1830), potente obra que contribuyó a acrecentar su prestigio. A la búsqueda de un libreto de alta carga dramática que ayudara a su desarrollo estilístico, con miras al nuevo compromiso scaligero le pidió a Felice Romani el texto para
Lucrezia Borgia. Como ya se dijo, la fuente no es otra que la pieza homónima de Victor Hugo, estrenada triunfalmente el 2 de febrero de 1833 en el Théâtre de la Porte-Saint-Martin de París. Al encarar la adaptación Romani estructuró su texto en un prólogo y dos actos, lo que le significó incorporar la usanza romántica de la división en tres actos; por su formación clásica definió como prólogo a la primera parte, que se aparta en tiempo y lugar de las dos restantes.
La composición le llevó a Donizetti 25 días, repartidos entre octubre y diciembre de 1833. En ella demostró su preocupación por mantener el refinado tratamiento vocal del
belcanto, y por continuar con la búsqueda de su verdad dramática y de la eficacia en la dicción. También, como lo señala el musicólogo británico William Ashbrook (Donizetti - Le Opere, EDT Musica, Torino 1987, trad. al italiano de Luigi Della Croce, p. 121 y siguientes), en Lucrezia Borgia se materializa una modalidad que pasa a convertirse en un rasgo estilístico permanente. Esto se refiere al gusto por las situaciones violentas, a tal grado que ninguna ópera precedente aúna tantos golpes de efecto: el momento en que los amigos de Gennaro le arrancan la máscara a Lucrezia (prólogo), la interrupción del brindis de Maffio Orsini por los toques de campana, el canto lúgubre fuera de escena, o el espanto de Gennaro moribundo cuando Lucrezia le confiesa que es su madre (acto segundo). El resultado fue una música de carácter predominantemente popular en contraste con una atmósfera nocturna y tétrica, que al llegar al público causó desconcierto.