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hacia la culminación de un género


El Renacimiento en el mundo de la música es tardío y fugaz. Llega con aquellas primeras fábulas dramáticas que miraron hacia la Grecia antigua, como la desconocida Daphne (1597) o Euridice (1600), ambas de Jacopo Peri, para fenecer con el drama que se considera iniciador del período barroco, L'incoronazione di Poppea (1642), de Monteverdi1. El belcanto, arte vocal de bravura y ornamentación por antonomasia, es, al igual que la ópera buffa y como se expresa líneas arriba, un producto napolitano. Ambos productos atraviesan casi imperturbables el orden del clasicismo y se cristalizan durante el primo ottocento. Si debiéramos nombrar tres compositores del siglo XVIII que ejercieron influencia dentro del género buffo, evocaremos sin dudarlo a Giovanni Battista Pergolesi, autor del famoso intermezzo La serva padrona (1733), a Domenico Cimarosa, autor de Il matrimonio segreto (1792), y a Giovanni Paisiello, quien escribió su Barbero de Sevilla (1782); los tres recibieron su formación académica en Nápoles.

Durante los primeros años de un siglo XIX aún sujeto al siglo precedente, un compositor joven y exitoso, Gioachino Rossini, compone una comedia inspirada en el mismo tema que Paisiello. El barbero de Sevilla rossiniano es considerado, junto con L'elisir d'amore (1832) y Don Pasquale (1843) de Gaetano Donizetti, una de las máximas creaciones de la ópera cómica de todos los tiempos. Hay aspectos contradictorios, pues en las óperas donizettianas, de indiscutible valor y perdurabilidad, lo risueño convive con la melancolía, el llanto y, a veces, se ofrece una demostración, contundente y sin risas, de los extremos a los que pueden llegar la crueldad y el ánimo ventajero. En cambio, El barbero de Sevilla del cisne de Pésaro es una comedia sin lugar a ninguna clase de dudas, y le debe todo a las más antiguas tradiciones.

(1) Acerca del Renacimiento en música, se suele considerar como su típica manifestación el arte polifónico desarrollado a lo largo del siglo XVI. Sin embargo, algunos especialistas consideran que éste marca la culminación de algo cuyo punto de partida data de la Edad Media. Roland De Candé señala la llegada del Renacimiento al mundo de la música con el inicio del género lírico, que es cuando por primera vez se mira hacia la antigüedad clásica.

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