Un
espectáculo no convencional
El
barbero de Sevilla goza de enorme popularidad desde su nacimiento,
al punto que fue la primera ópera que se conoció en Buenos Aires (Comentario).
Dicen que junto con L'elisir d'amore y Don Pasquale de
Donizetti, forma la tríada de las más extraordinarias óperas
cómicas. Aunque parezca una verdad de Perogrullo, si El barbero
no hace reír, no funciona. Si no está magníficamente cantada y
actuada, tampoco. Si sus directores no captan la esencia, menos. Por
estas razones, Buenos Aires Lírica convocó al equipo idóneo, pero
no era suficiente. ¿Qué hacer para ofrecerle al público un Barbero
distinto? Por supuesto, la vuelta de tuerca está en ofrecer un
espectáculo no convencional, sin empañar el espíritu de esta
maravilla del repertorio buffo. El primero en ser llamado
para esta tarea fue el emérito director de escena tucumano, de
origen escocés, Peter MacFarlane.
Este
señor, acostumbrado a montar espectáculos de gran envergadura
dentro de la comedia musical, y eventos afines, posee una profunda
formación operística y dijo: "Si Buenos Aires Lírica, que
ofrece espectáculos no convencionales, me pide que haga algo no
convencional con Barbero..." Al dejar la frase en
suspenso le brillaron los ojos y se puso manos a la obra. ¿Ustedes
creen que concibió un aggiornamento de la ópera?
Imagínense, a modo de ejemplo, un Figaro motoquero. Un Almaviva
yuppie. Una Rosina aspirante a modelo y estrella de la televisión,
bajo la tutela de un doctor viejo que se quiere casar con ella, y
que recibe clases de música por parte de un cura intrigante... Poco
creíble, ¿verdad? Entonces, luego de las atemporalidades,
anacronismos o guerras del tiempo que el público de BAL vio en La
clemenza di Tito, Lucia di Lammermoor o Macbeth, ¿qué hacer
con El barbero? La clave está en la Commedia dell'arte,
esa estética del siglo XVI que dejó huellas por todas partes. No
diremos nada más, si no, ¿qué sorpresa se van a llevar?
Reunión
con el elenco
Hacia
fines del año pasado, el señor MacFarlane tuvo una reunión con el
elenco. Cuando a la señora Gabriela Cipriani Zec (Rosina) se le
preguntó si sabía bailar, saltó de su silla en forma exultante:
tiene en su haber estudios de danza; Omar Carrión, que cantó
Figaro por todo el país y Sudamérica, salvo en Buenos Aires, dijo
"por lo menos, permítanme cantar la cavatina con los pies
sobre la tierra" (es que MacFarlane, además, se especializa en
dirigir clowns, equilibristas, funámbulos...); Carlos Ullán (Conde
de Almaviva), no se asustó de nada; Nahuel Di Pierro (Fiorello)
pidió un casco, porque aún cree que deberá hacer de "hombre
bala"; Vanesa Mautner (Berta) demostró un vivaz interés por
la relevancia que cobrará su personaje en la producción; Ariel
Cazes (Don Basilio)... bueno, los bajos nunca tienen problemas, y
con respecto a Don Bartolo... Buenos Aires Lírica llamó a Oscar
Grassi, que cantó el papel alrededor de 250 veces. ¡Pero nunca
hizo un Bartolo como el que piensa MacFarlane! Artista y director
conversaron a solas, y en cuanto al resultado de sus elucubraciones
quédense con la duda (podrán disiparla el día del estreno).
Tranquilidad
del director
El
director musical elegido fue uno de los favoritos de BAL, Carlos
Vieu, que al aceptar comentó que El barbero fue la primera
ópera que estudió, pero que jamás había tenido la ocasión de
dirigirla. Luego de intercambiar ideas con MacFarlane, y de
experimentar la tranquilidad de saber que las disparatadas y
originales ideas no traicionan la música, el equipo se sumergió en
el crescendo rossiniano y puso manos a la obra. Aclaración:
sin disparate y originalidad, ¿cómo hacer reír? ¿Cómo hacer del
Barbero algo diferente?
"No
trabajo con laringes con patas"
A
mediados de abril, para ser más exactos el martes 13 (si les
dijeron que la gente de teatro es supersticiosa no lo crean, es un
mito que no tiene fundamento alguno), el equipo comenzó con los
ensayos de escena. Los que ya conocían sus personajes de antemano
(la mayor parte del elenco), comprobaron esa verdad teatral que dice
que, ante un enfoque diferente, hay que "olvidarse" de lo
hecho con anterioridad. Se podrá haber encarnado muchos Figaros,
Rosinas o Almavivas, pero como los de la actual versión, nunca. En
cuanto al coro, de breves intervenciones, gracias al enfoque de esta
producción cobra una relevancia inusitada. El régisseur dice
"yo no trabajo con cantantes ni con laringes con patas, trabajo
con actores de ópera que cantan". Y esto vale para todos.
Travesuras
de una mascota
Pero
hacia fin de mes, el maestro MacFarlane atravesó un pequeño
percance doméstico que motivó que los ensayos se suspendieran por
un par de días. Al llegar a su casa fue recibido por su mascota,
que saltó sobre él en demostración de afecto, con tanto ímpetu,
que lo obligó a guardar cama con el auxilio de un elegante cuello
ortopédico. Con respecto al demostrativo animalito ¿se trata de un
dogo, un gran danés, un San Bernardo? No, simplemente es Natasha,
una lampalagua de 70 kilos... Dicen que las serpientes, al igual que
el color amarillo, son de mal agüero sobre el escenario. ¡Pero
MacFarlane no es nada supersticioso (dijimos que esto es un mito,
¿nos creen?), ya lo comprobarán! Mientras tanto, los artistas del
elenco preparan amuletos y cintitas rojas para colocarse por todos
lados.
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