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LA CLEMENZA DI TITO comentarios |
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+ introducción + mozart + los avatares de un encargo + el estreno + consideraciones |
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Consideraciones Los temas inspirados en la Grecia y Roma clásicas dominaron la ópera seria de los siglos XVII y XVIII. Atento a esta modalidad, Mozart realizó sus primeras incursiones en el género con Mitridate, re di Ponto (Teatro Ducale de Milán, 26 de diciembre de 1770), Ascanio in Alba (id., 17 de octubre de 1771) y Lucio Silla (id., 26 de diciembre de 1772). El momento culminante de este culto a la ópera de temática clásica por parte del compositor llegará con Idomeneo, re di Creta (Residenztheater de Munich, 29 de enero de 1781). Drama de gran belleza y con muchos momentos felices, aunque no libre de estatismo, obtuvo el éxito y marcó un doble hito en la vida de Mozart. Por un lado, éste pensó muy seriamente que su destino estaba más allá de Salzburgo, y, por otro, dio por concluida una etapa y comenzó a buscar aquello que él esperaba de la ópera en italiano. El fruto sería la trilogía sobre textos de Lorenzo Da Ponte: Le nozze di Figaro (Burgertheater de Viena, 1 de mayo de 1786), Don Giovanni (Ständetheater de Praga, 29 de octubre de 1787) y Così fan tutte (Hofburgertheater de Viena, 26 de enero de 1790). Mozart rompe las reglas de los géneros, abre caminos y dota a los caracteres de una psicología sin precedentes. Por supuesto que quienes pretendan encontrar los ingredientes de la trilogía en La clemenza di Tito saldrán defraudados, y aquí es fácil incurrir en el error. El drama, muy alejado de ese estatismo rayano en lo hierático de Idomeneo, representa la cristalización del clasicismo en un punto en el cual Mozart había recorrido un camino altamente fructífero. Compositor de infalibles conocimientos teatrales, le otorgó al texto revisado de Metastasio aquello que el mismo texto solicitaba. Y pudo lograrlo con profundidad y un maduro sentido de lo bello. A la alegórica y poco creíble figura de Tito Vespasiano, contrapuso las de Vitellia y Sesto, verdaderos protagonistas del drama y depositarios de las características más humanas, con defectos y virtudes. Naturalmente, a diez años de Idomeneo su pensamiento musical y su concepción del teatro cantado habían evolucionado a pasos gigantescos. Marcel Brion señala la paradoja de que el compositor logró una obra clásica porque, simplemente, no trató de hacer clasicismo 1. Es probable que en manos de otro, La clemenza di Tito haya pasado al olvido. La historia de la ópera abunda en títulos que sólo se representaron en ocasión de su estreno, para no regresar jamás. Sólo Mozart era capaz de concebir una creación inmortal sobre un texto demodé, desempolvado por un motivo circunstancial y de orden puramente práctico. En su último año, fatigado por el trabajo y con deudas, vislumbraba un futuro mejor, pero una súbita enfermedad minó su delicada salud y terminó con su vida en pocos días. Posiblemente sin saberlo, con el conjunto de su obra realizó una invalorable contribución para el rescate de nuestra tortuosa especie. Su legado es uno de los máximos orgullos del género humano. 1 Brion, Marcel, Mozart, Editorial Juventud, Barcelona, 1995. |