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LA CLEMENZA DI TITO

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Los avatares de un encargo

El ritmo de vida estresante, los plazos perentorios y la falta de organización no son exclusivos de nuestra época. La clemenza di Tito se estrenó en Praga el 6 de septiembre de 1791 y muchos se sorprenderán al enterarse de que, a comienzos de julio de ese año, el encargo estaba en firme pero aún no se sabía sobre quién recaería la composición de la música. La idea de componer esta ópera sobre un viejo texto metastasiano nació con motivo de la coronación de Leopoldo II como rey de Bohemia y el responsable de que esto se hiciera realidad fue l’impresario Domenico Guardasoni. La ópera a la manera de Metastasio 1, poeta cesáreo de la corte de los Habsburgo, tenía como premisa exaltar la grandeza de espíritu de los gobernantes y, en tiempos de Mozart, ya pertenecía al pasado. En su drama La clemenza di Tito, que ya había sido musicalizado primeramente por Antonio Caldara (1734), seguido por otros músicos como Hasse o Gluck, el poeta ponía como ejemplo la magnanimidad y clemencia de Tito Vespasiano, emperador romano de la dinastía flaviana. A raíz de ciertas medidas tomadas en tiempos de crisis, Tito se había ganado el amor de su pueblo y se lo exaltaba por sus grandes cualidades, aunque conviene observar que durante su gobierno nació la costumbre de organizar sanguinarias matanzas entre fieras y hombres sobre la arena del flamante Coliseo. Más allá de esta particularidad, el modelo era apto para exaltar las virtudes de un joven emperador que había abolido la tortura. Los avatares del encargo abundan en datos, y en este punto es oportuno remitirse al maravilloso y detectivesco libro de H. C. Robbins Landon, 1791- El último año de Mozart 2.

El encargo no hubiese caído en manos de nuestro compositor, de no haber sido por la larga estada de Haydn en Londres, que motivó que su patrón, el Príncipe Eszterházy, llamara a Joseph Weigl para encargarle una obra con motivo de celebrar su nombramiento como Lugarteniente del Condado de Oedenburg. La obra en cuestión fue la cantata Venere ed Adone, y Weigl viajó a Eszterháza para hacerse cargo de su puesta en marcha. Pero el músico se desempeñaba como director extraoficial del Teatro Imperial de la Corte de Viena, por lo cual le pidió a su maestro, Antonio Salieri, que lo supliera mientras se ocupaba de la importante misión. Salieri debió asumir la suplencia y se vio impedido de aceptar el ofrecimiento hecho por Guardasoni, de componer una ópera para la coronación de Leopoldo II como rey de Bohemia.

La relación entre Mozart y Guardasoni se remonta a 1789, cuando ambos conversaron acerca de una ópera que jamás se concretó. Antes de retomar el contacto, Guardasoni le encomendó a Caterino Mazzolà, poeta de la corte, que revisase el libreto de Metastasio, el cual necesitaba imperiosamente de una actualización. Con un contrato firmado el 8 de julio (las autoridades de Praga se habían dejado estar hasta último momento) había que correr contra el tiempo. Probablemente el empresario haya insistido en convencer a Salieri, hasta que finalmente le hizo la propuesta a Mozart, que aceptó de inmediato.

Al inicio de la composición el reparto era un misterio. Salvo la voz del tenor Antonio Baglioni, que había sido el primer Don Ottavio en Don Giovanni, Mozart no conocía nada, salvo que la parte de Sesto sería asignada a un castrato. Ante este panorama comenzó a escribir los conjuntos, y no encaró las arias hasta que Guardasoni no le dio precisiones sobre los demás solistas. Es oportuno hacer un breve comentario sobre los recitativi secchi, de suma importancia para este tipo de ópera, pues a través de ellos se desarrolla el eje del drama, mientras que los números musicales son un comentario lírico a lo que sucede a lo largo de su evolución. La escritura de estos recitativi (dijimos que el tiempo apremiaba) fue confiada por el compositor a su discípulo Süssmayr y en cuanto a la relación con Mazzolà, fue en el plano del buen entendimiento. Al respecto, Mozart opinó que con todos los cortes (de tres actos quedó reducida a dos) y simplificación del texto original, el poeta había convertido La clemenza di Tito en “una verdadera ópera”. Según Nissen, uno de los principales biógrafos del compositor, la escritura del drama comenzó en la diligencia camino de Viena a Praga, y fue concluida en destino en un término de 18 días.

1 Pseudónimo del poeta Antonio Domenico Bonaventura Trapassi (Roma, 1698 - Viena, 1782).

2 Robbins Landon, H. C., 1791 – El último año de Mozart, Ediciones Siruela, Madrid, 1995.

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Ilustración de la cubierta de la edición

Breitkopf Härtel (Leipzig, 1795)

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