Por Claudio Ratier
  El personaje histórico

El Belisario de Donizetti

Acerca de la obra

Belisario en Buenos Aires

Esta versión

 
 
Acerca de la obra

A estas alturas se preguntarán por qué una obra en su momento tan exitosa y que, a no dudarlo, está entre lo mejor de la producción donizettiana, desapareció de los escenarios de una manera tan (¿por qué no decirlo?) dramática. Buscaremos una respuesta.

Atento a la costumbre de forjar arquetipos para criticar defectos y exaltar virtudes, cronistas, poetas, dramaturgos y novelistas encontraron con el correr de los siglos una interesante veta en la figura de Belisario. Sin atender a los hechos producidos por la historia, la figura de este hombre leal y virtuoso era apropiada para señalar los estragos cometidos por la injusticia hasta las consecuencias más tristes. La enseñanza moral radica en que a pesar de todas las desgracias, la lealtad y la virtud se mantienen íntegras tras superar las pruebas más duras. El drama refleja la relación con el poder, la injusticia, la venganza, la intriga y el rescate a través del amor filial. La suma de elementos que más tarde Verdi sabrá emplear muy bien en muchas de sus creaciones, acerca el texto de Belisario al espíritu del siglo XVIII y lo aleja de ese febril romanticismo que se centraba en las pasiones amorosas, elemento ausente en nuestra ópera. Con el correr del tiempo e inclinado a otras emociones, el público prefirió el sentimentalismo a la manera de una ópera como Lucia di Lammermoor , y decidió olvidar la épica clásica y moralista de Belisario.


En Belisario existen rasgos dignos de ser señalados: el protagonista es un barítono, no un tenor como se acostumbraba; no canta arias: omnipresente a lo largo del drama, mantiene la tensión a través de recitativos y conjuntos; está tratado con un intenso patetismo que alcanza sus mejores momentos en los actos dos y tres; el arte de la ornamentación, o coloratura, no es explotado en la partitura, que busca una declamación más despojada que lo acostumbrado; el drama hace foco en el amor filial y no, como se dijo, en el amor apasionado, por ejemplo, entre soprano y tenor.

Ópera original y plena de logros, exponente de la riqueza melódica y del sentido teatral del compositor, merece salir del injusto silencio que la rodea.


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