Comentario
Por Claudio Ratier
Acerca de los personajes reales
Se recuerda a Adrienne Lecouvreur (su apellido original fue “Couvreur”, 1692-1730) como una destacada actriz del París de Luis XV. Voltaire la tuvo en alta estima y fue precisamente en el transcurso de una representación de su tragedia
Marianne, que la artista cayó muerta sobre el escenario. Según se dijo, la muerte habría sido ocasionada por un veneno colocado en una copa de la que ella bebió en escena; pero otra versión bastante menos encantadora, dice que murió de disentería.
Como la sociedad suele demostrar ingratitud hacia algunas personas que no merecen cosa semejante, Voltaire elevó su voz ante el injusto desprecio de que Adrienne fue objeto al momento de su muerte. Por considerarse que la profesión de actriz era denigrante e inmoral, la iglesia se negó a darle una sepultura cristiana con los debidos sacramentos (se señala como responsable de esto a un cura de San Sulpicio llamado Languet, quien al momento de las exequias pareció haber olvidado el donativo de mil francos que la actriz había entregado a su iglesia). Voltaire consideró esta actitud un “acto de violencia contra el talento”, una grave falta a la memoria de una actriz a la que “en la antigua Grecia le habrían levantado altares” e incitó a los actores del Rey a no seguir trabajando, a menos que se los tratase dignamente. Esto le trajo problemas al filósofo y dramaturgo, que debió esconderse en Rouen.
Acerca de la vida de Mauricio de Sajonia, o Moritz von Sachsen (Goslar, 1696 - Chambord, 1750), nos encontramos con que no era muy distinta de la de alguien de su clase por aquella época prerrevolucionaria. Fue hijo de Augusto “el fuerte”, primer rey sajón de Polonia, y lejos de estarle destinado el trono de su padre, los avatares políticos hicieron que en 1720 el monarca lo enviara a servir a la corona de Francia. Su propia dinastía gobernaba el ducado de Courland (territorio sobre el mar Báltico, en la actualidad perteneciente a Letonia), y allí lo proclamaron sucesor del Duque Fernando. Asumió como soberano, pero una serie de complicaciones políticas hizo que finalmente la elección quedase sin efecto y resultase proscripto. Estos hechos sucedieron entre 1726 y 1727, hasta que Mauricio quedó al servicio de Luis XV con el título de Mariscal de Francia, mediante el cual obtuvo importantes victorias militares y llevó a cabo misiones diplomáticas. No fue el único admirador y amante de Adrienne Lecouvreur, pero sí el más célebre. Terminó sus días en el castillo de Chambord, sede de su propia corte y centro de reunión de literatos y artistas franceses. No sólo recibió una sepultura cristiana con todos los sacramentos, sino que además Luis XV le hizo levantar una suntuosa tumba en la iglesia de Santo Tomás de Estrasburgo..