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Estreno y repercusión

Con el tiempo en contra, La Cenerentola se estrenó en el Teatro Valle de Roma el 25 de enero de 1817. El papel de Angelina (Cenerentola) estuvo a cargo de Geltrude Righetti-Giorgi, quien el año anterior había sido la primera intérprete de Rosina en Il barbiere di Siviglia . El recibimiento fue hostil, no faltaron las silbatinas y no es difícil conjeturar el motivo. A horas del estreno la obra estaba sin terminar, aún no estaba listo el dúo de Don Magnifico y Dandini del segundo acto, que, una vez escrito, debió ser ensayado por la mañana de aquel 25 de enero y durante el entreacto. Las imperfecciones habrán estado presentes a lo largo de toda la representación y la mala reacción del público, con los datos que poseemos, es comprensible. Lejos de desanimarse, Rossini se mantuvo en la firme postura de que la obra triunfaría, con el transcurrir de los días el caos se organizó y las últimas funciones fueron un éxito. Pronto se la conoció en toda Italia y posteriormente en Londres (1820) y Nueva York (1826). Por períodos, durante el siglo XIX le ganó en popularidad a Il barbiere di Siviglia . Nuestra ciudad la conoció en 1826, mismo año del estreno neoyorquino, en el Teatro Coliseo (ex Casa de Comedias) y a cargo de la compañía de Pablo Rosquellas. Precedida por Il barbiere en 1825, fue la segunda ópera completa que se dio en Buenos Aires. En oportunidades anteriores nos hemos referido a la predilección del público porteño por las óperas del compositor 3 , uno de los más prestigiosos del mundo y cuya fama, pese al temprano retiro, jamás decreció. Démosle la palabra a Stendhal, que escribió en su Vida de Rossini (1824): "Desde la muerte de Napoleón no habíamos encontrado otro hombre del que se hable todos los días, tanto en Moscú como en Nápoles, en Londres como en Viena, en París como en Calcuta. La gloria de este hombre no conoce otros límites que los de la misma civilización." Puede que la apreciación sea algo exagerada, pero tiene su motivo. Sí, en 1829 el músico se retiró de la actividad teatral pero no de la composición: a lo largo de su vida escribió una gran cantidad de piezas camarísticas, que nos transmiten la esencia de un arte excelso que añoraba las épocas precedentes. Qué importancia tiene el anacronismo, cuando por encima de todo prevalece el genio .

3 Ver los comentarios aparecidos en los programas de mano de L'italiana in Algeri e Il barbiere di Siviglia . También están disponibles en el sitio www.balirica.org.ar

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Por Claudio Ratier 

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Silueta de Arthur Rackham para La Cenicienta


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