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La acción se desarrolla en Viena, en el siglo XVIII

Prólogo

Dos grupos de artistas llegan al palacio de un poderoso burgués, el señor más rico de Viena. Se trata de una compañía que ofrecerá una ópera seria sobre el mito de Ariadna en Naxos, obra de un joven compositor, y de un grupo de cómicos de la commedia dell’arte que representará una farsa después de la ópera. Así lo anuncia el solemne Mayordomo, portavoz del dueño de casa. El Compositor, acompañado por su Maestro, se siente desolado al enterarse de que luego de su drama se representará un espectáculo jocoso y vulgar. Zerbinetta, la primera figura del grupo de actores, llega con un oficial que la corteja. El tenor que encarnará a Bacchus en la ópera seria, entra discutiendo con un peluquero. El Compositor busca a la primadonna que encarnará a Ariadne y apunta nuevas ideas musicales. El Maestro consuela a su discípulo y a la cantante, asegurándoles que el acontecimiento de la noche será la ópera. Por otro lado, un Maestro de Baile le hace promesas similares a Zerbinetta.

Se apersona el Mayordomo con un nuevo anuncio: por razones de falta de tiempo los dos espectáculos deberán representarse simultáneamente, y al finalizar se ofrecerá una exhibición de fuegos artificiales. Reina el desconcierto y también se anuncia que el dueño de casa no está muy entusiasmado en mostrar a sus invitados un drama que transcurre en una isla desierta, razón más que suficiente para que en él participen los cómicos. El Compositor y su Maestro están más desolados aún, pero al Maestro de Baile no le parece mal. Discuten hasta que el Mayordomo los interrumpe para que de una vez por todas se prepare el espectáculo.

Mientras se hace rápidamente el arreglo para abreviar el drama, a despecho de los cantantes serios, el Maestro de Baile explica a Zerbinetta el argumento para que puedan tomar parte ella y sus cuatro acompañantes: Harlekin, Brighella, Scaramuccio y Truffaldin. La actriz comprende que Ariadne está desesperada y quiere morir, pero no está de acuerdo: en realidad, la mujer espera a un nuevo amante. El Compositor reacciona y dice que Ariadne sólo puede entregarse a la muerte. Zerbinetta trata en vano de disuadirlo de esta idea, y les cuenta a sus compañeros el argumento a su manera: Ariadne es una princesa abandonada por su novio en una isla desierta y espera que llegue su nuevo amante. Mientras tanto, ellos llegarán al lugar por casualidad y bailarán y cantarán hasta que llegue el nuevo hombre.

El Compositor sigue deprimido. Ariadne sólo ama una vez y el dios Bacchus adquiere grandeza cuando la protege en medio del anhelo de muerte. Zerbinetta se dirige hacia él y, con gran seducción, le confiesa que añora un amor para toda la vida. El Compositor la cree sincera y olvida sus padecimientos, pero la escena idílica se interrumpe porque hay que salir a escena: la actriz llama a sus compañeros con un vulgar silbido y el joven regresa apenado a la realidad.

La ópera

Ariadne está abandonada en la isla de Naxos acompañada por tres ninfas: Najade, Dryade y Echo. Los cómicos observan la escena, Harlekin le canta una serenata para aliviarla y Zerbinetta se pone celosa. Ariadne continua con su representación, sólo añora la muerte y cuando está en medio de un estado contemplativo, los personajes de la commedia dell’arte irrumpen en el escenario. La princesa no reacciona e interviene Zerbinetta, que le confiesa su manera de vida, sus amores y su gusto por la variedad. Los cómicos siguen bailando y cantando.

Las ninfas anuncian el arribo de Bacchus. El dios llega por mar, aún bajo los efectos del encantamiento de la hechicera Circe, quien no pudo retenerlo. La voz de Bacchus resuena en la lejanía y atrae a Ariadne, que abandona la gruta para saludar a quien supone que viene a anunciarle la muerte. Le pide que redima sus penas y entre sus brazos la lleve al reino del eterno olvido. Bacchus no sólo que no entiende sus palabras, sino que por primera vez siente que su misión es la resurrección a través del amor. Zerbinetta es testigo y ve confirmada su filosofía de vida: cada amante nuevo se presenta como un dios. Ariadne está extasiada y en brazos de Bacchus. Él le dice que antes que ella, morirán las estrellas. Ambos se pierden en la noche.

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Hugo von Hofmannsthal y Richard Strauss

  

Ariadna y Baco por Tiziano

  

Baco por Caravaggio.