Con el título original de Orestes-Último Tango (Orestes-Last Tango), la ópera se estrenó en Rótterdam el 22 de marzo de 2002, como inicio de una gira por nueve ciudades que culminó en La Haya, ante la presencia de los príncipes de Holanda. Se ofreció un total de trece representaciones, con un exitoso recibimiento por parte del público y gran repercusión de la crítica. El texto, la puesta en escena y la dirección general correspondieron a Betty Gambartes, la música y la dirección a Diego Vila y la coreografía a Oscar Araiz. El asesoramiento en materia de tango se debió a Ricardo y Nicole. El diseño de luces estuvo a cargo de Jorge Pastorino y el vestuario fue obra de Mini Zuccheri. Tomaron parte los cantantes Julia Zenko (Elena), Carlos Vittori (Orestes), Susanna Moncayo (Nélida), Rodolfo Valss (Soriano) y Jorge Nolasco (Vicente), y los bailarines Luis Pereyra (Morales) y Nicole Nau (La Mujer de la Milonga). El sexteto de tango estuvo formado por Diego Vila (piano), Horacio Romo (bandoneón), Damián Bolotin (violín), Fabián Fazio (saxo soprano y flauta traversa), Enrique Guerra (contrabajo) y Jorge Pemoff (percusión). Para este estreno argentino se mantiene el mismo equipo, con las excepciones de Luis Pereyra, que es reemplazado por Carlos Rivarola, y Nicole Nau, reemplazada por Giuliana Rossetti.

El éxito fue arrasante, al extremo que la primera ovación, de pie, superó cualquier expectativa por parte de cada uno de los artistas del elenco. Cada vez que el público aplaudía se paraba, motivado por el apasionamiento de lo que veían sobre el escenario. Para el director del teatro de La Haya, punto donde culminó la gira, era la primera vez que en ese lugar se ovacionaba tanto a un espectáculo. Lo que sigue son algunas opiniones de la prensa que reflejan lo que se dice líneas arriba.

“El tango se expresa aquí en todas sus facetas. A través de la música y la danza va desde lo tranquilo e introvertido hasta lo sumamente expresivo. A partir del casamiento de Guillermo y Máxima, la demanda del tango en Holanda cobró muchísimo más interés. El público holandés se despojó de su forma de ser más bien distante y se dejó llevar por la historia de este drama. Las emociones volaron por el escenario y lo colmaron potentemente.”