Existen casos afortunados en los cuales ciertos personajes se presentan “hechos a medida” para determinados intérpretes. Esto es lo que sucede con Werther y Gustavo López Manzitti. El tenor nos transmite sus meditaciones acerca de su personaje.
“Werther es un individuo encerrado en sí mismo y esto lo imposibilita de tomar contacto directo con el mundo real. Siempre intenta hacerlo, pero su sensibilidad extrema magnifica su entorno al punto de convertirlo en fantástico y desmesurado; si bien él cree que así logra formar parte de él, lo cierto es que se aleja cada vez más, sumergiéndose en su universo interior.”
Es interesante tener una impresión acerca de cómo Werther percibe el mundo exterior y qué muestra de sí mismo a ese mundo.
“A quienes están ‘del otro lado’ en la vida cotidiana, aquellos a los que Werther contempla como un espectador, él les da una imagen de melancolía y pasividad, pues a nadie, exceptuando a Charlotte, muestra la tormenta fragorosa de su interior irremediablemente activo.”
Es común hacerse la pregunta de si Werther ama realmente a Charlotte...
“Werther podría haberle mostrado su alma confundida y en llamas solamente a un ser amado profundamente. Él, más que a nada en el mundo, ama a Charlotte, y se sabe amado por ella.
“Werther se consume en su propio fuego. Tal vez su fascinación por los niños -que muestra desde el inicio de la ópera-, con ‘sus almas plenas de luz’, los que se le antojan ángeles en sus palabras finales, no sean para él otra cosa que la posibilidad de un ansiado renacer. Quedará siempre planteada la pregunta: ¿Werther toma la decisión de suicidarse al final, o en realidad todas sus acciones, desde el principio, tomaron esta dirección en una suerte de ‘autoprofecía cumplida’?”
Este es el “primer Werther” de Gustavo López Manzitti. Para concluir, nos cuenta cómo elaboró su papel para esta ocasión.
“En esta producción hemos coincidido en resaltar de diferentes maneras el contraste entre el mundo de Werther y el mundo real. Los “apartes” de este personaje cobran una fuerza desmesurada y pertenecen únicamente a su interior, transcurren en su propio tiempo y no se manifiestan a los demás. Massenet tradujo esto muy claramente en su música, como líneas impetuosas e incontenibles que, por lo general, a poco se extinguen y se diluyen en una inconfundible vuelta a la realidad, o son bruscamente interrumpidas por ésta. La orquestación contiene en sí misma los colores de cada situación, de cada estado emocional, de cada imagen. En lo particular, esto me llevó a conducir vocalmente a Werther también en base a los colores adecuados. Por otra parte, el hecho de contar con dos magníficas Charlotte -muy diferentes una de otra- y de ser ella el único personaje con el que Werther mantiene un contacto verdaderamente estrecho, me planteó la necesidad de encontrar vertientes disímiles en la relación. Esto me brindó la posibilidad de encontrar una suerte de flexibilidad y amplitud en la manera de encarar este personaje complejo y maravilloso.”
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