Voces de calidad para Wagner
Wagnerfest!, escenas y momentos orquestales de dramas de Richard Wagner: Tannhäuser, Valquiria y Ocaso de los Dioses/ Solistas: Carla Filipcic-Holm, soprano; Hernán Iturralde, barítono/ Director musical: Pedro Pablo Prudencio. Buenos Aires Lírica/ Teatro: Avenida..
Nuestra opinión: bueno.
Siempre es loable que instituciones tan maravillosas como las que existen en Buenos Aires, dispuestas a mantener las tradiciones operísticas con la participación prioritaria de artistas nacionales, inviertan esfuerzos en mantener la tradición wagneriana que ostenta la ciudad desde que, en 1901, Arturo Toscanini estrenó aquí Tristán e Isolda. Programar escenas y grandes momentos wagnerianos implica una ímproba tarea de preparación artística y merece el mayor agradecimiento. Por otra parte, desde un punto de vista artístico, la idea es válida en razón de que toda la obra de Wagner admite, por su riqueza sinfónica y el enorme lucimiento de las voces solistas, el formato de concierto, es decir, sin necesidad de la teatralización.
El factor destacado de este programa se centró en la actuación de los magníficos cantantes Carla Filipcic-Holm y Hernán Iturralde. La soprano inició el programa nada menos que con "Dich, teure Halle..." ("¡De nuevo te saludo, amado recinto...!"), de Tannhäuser. Por su parte, el barítono cantó con buen estilo la célebre y delicada invocación "¡Oh estrella del crepúsculo!...". Se escuchó asimismo el momento sinfónico que Wagner creó para la bacanal en el reino de Venus, por cierto de gran colorido, pero que resultó francamente excesivo para una orquesta que se escuchó librada a su suerte y sin una batuta firme y clara que la ajustara desde el punto de vista rítmico. En este punto, parece justo señalar que Pedro Pablo Prudencio, joven director chileno al que se había apreciado concertando con acierto obras de Mozart, probablemente no se encuentre todavía familiarizado con la complejidad del gran sinfonismo wagneriano.
En la segunda parte, dedicada a momentos de la tetralogía El anillo del nibelungo, con el clima distendido del amanecer del viaje de Sigfrido por el Rin y la marcha fúnebre por la muerte del héroe, ambos grandes momentos de El ocaso de los dioses, se llegó a la maravillosa escena de la despedida de Brunhilde y Wotan. Allí, Carla Filipcic-Holm logró un canto visceral y emotivo, con una sobria intervención de Hernán Iturralde, que aportó su indudable experiencia adquirida en Alemania. Los dos cantantes fueron reconocidos por el público, que les brindó su mejor aplauso. Por fin y con buen criterio, el director chileno otorgó un merecido descanso a las voces y agregó, fuera de programa, la volátil y ágil "Cabalgata de las Valquirias",