Gran “Anna Bolena” abrió el año de BAL Por Margarita Pollini
"Anna Bolena", tragedia lírica en dos actos. Música: G Donizetti. Libreto: F. Romani. Coro y Orquesta Buenos Aires Lírica. Puesta en escena: P. Maritano. Dirección musical: R. Fischer (Buenos Aires Lírica, Teatro Avenida, 21 de marzo).
El amor y el poder: los dos grandes temas que atraviesan la historia del género lírico. El amor con sus matices y contradicciones, el poder con sus laberintos y sus trampas. La vida y muerte de Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII de Inglaterra caída en desgracia en virtud del capricho de su marido por Jane Seymour, dieron al libretista Felice Romani (magistral poeta) y al joven Gaetano Donizetti el tema para un drama de una fuerza arrolladora.
Pese a haber sido el título que abrió las puertas del éxito a su autor, la popularidad de esta ópera estrenada a fines de 1830 decayó a lo largo del siglo XIX, y sólo a mediados del XX se inició su resurrección y revalorización.
Pero las cualidades de una estructura dramática que no da respiro, del texto y de la "riqueza y continuidad de la invención musical" (como apuntaba Massimo Mila al reseñar la legendaria "Anna Bolena" de la Scala en 1957, protagonizada por Maria Callas) necesitan de lecturas inteligentes y dinámicas, como las de Pablo Maritano y Rodolfo Fischer, para que el esplendor del drama vuelva a llegar al público.
Maritano es artífice de una visión que busca las profundidades del drama humano para emerger de allí con las dosis justas de tragedia, de humor y de sarcasmo. Los toques modernos y contemporáneos en la escenografía y el vestuario (excelentes trabajos de Andrea Mercado y Sofía Di Nunzio, respectivamente) dan universalidad a un conflicto manejado con cuidado desde lo actoral,
El elenco es otro acierto. La joven soprano chilena Macarena Valenzuela, expresiva y dueña de un timbre bellísimo, brindó en la función de estreno una interpretación creciente en entrega y supo administrar sus medios vocales para llegar cómoda a un final conmovedor. Como su contrafigura, Giovanna (Jane) Seymour, Florencia Machado realizó otra labor consagratoria.
Componiendo a un Enrico deliberadamente vulgar y frívolo, Christian Peregrino volvió a desplegar autoridad vocal, pese a algunos desfases rítmicos que deslucieron su trabajo. Santiago Ballerini, encargado de interpretar a Percy, el antiguo amor de Anna, también brilló en lo vocal y en lo actoral.
Una verdadera y muy grata sorpresa constituyó el Smeton (personaje muy fácil de asociar con el Cherubino mozartiano) de Luciana Mancini, mezzosoprano de origen chileno y carrera europea. Walter Schwartz y Mauro Di Bert completan el reparto con altura. Mención especial merecen las inolvidables damas de compañía que encarnan las actrices Teresa Floriach y María José Iglesias, figuras casi fantasmagóricas que se apoderan del escenario en cada intervención.
El Coro de la institución preparado por Juan Casasbellas se desenvuelve de manera impecable. Al frente de todo está Rodolfo Fischer, concertando con aplomo y flexibilidad; en sus manos la orquesta brindó sustento sólido al fabuloso despliegue vocal del elenco y completó una producción con la que BAL comienza el año a lo grande..
