Crítica Rigoletto La ópera de Verdi abrió la temporada de Buenos Aires Lírica. Se luce el barítono Fabián Veloz.
Por Federico Monjeau
Buenos Aires Lírica abrió su temporada con una nueva producción de Rigoletto de Giuseppe Verdi. Todavía está fresca en la memoria la imaginativa y abierta realización escénica de Rita Cosentino, de 2005. En esta ocasión se ha adoptado un enfoque más tradicional, responsabilidad del brasileño André Heller Lopes; según las notas de programa, el realizador ganó el Premio Carlos Gomes al mejor director por tres años consecutivos, y además registra una considerable trayectoria en teatros de Estados Unidos y Europa.
La puesta de Heller Lopes revela un clasicismo con variantes. Es clásica por su sistema de marcos superpuestos y aberturas de puertas y ventanas que recorren consecuentemente los tres actos de la obra, y que incluso le otorgan su particular fisonomía a la sórdida morada de Sparafucille (Heller Lopes es responsable también de la escenografía, en colaboración con la argentina Noelia González Svovoda); también es clásica por su mobiliario y su vestuario (Sofía Di Nunzio). La ambientación es oscura, uniforme, y la tormenta del tercer acto no le viene mal para tomar justamente un poco de aire, con sus logrados efectos de vientos y descargas.
La variante se introduce sobre el final, y en cierta forma no es menor: la agonizante Gilda se desdobla en una suerte de fantasma; por un lado el cuerpo semienvuelto junto al padre atormentado, y detrás de ellos la soprano que canta en su agonía. Es, lo que se dice, “una vuelta de tuerca”, aunque es también un poco kitsch.
La realización musical tuvo un serio problema: el Duque de Mantua, personificado por el tenor italiano Angelo Scardina. Las notas de programa aportan el curioso (por irrelevante) dato de que Scardina obtuvo el diploma de canto en el Conservatorio de Milán “por decisión unánime”. Como sea, por el momento carece de voz, de técnica y de estilo como para hacer ese rol verdiano. Su Duque fue un fiasco.
El resto del reparto no fue mal seleccionado. La soprano cordobesa (radicada actualmente en Italia) Ivanna Speranza compuso una Gilda musical y dramáticamente solvente, mientras que el barítono argentino Fabián Veloz fue la gran figura de la noche en el papel de Rigoletto. Mostró una impecable línea vocal, además de una gran presencia escénica y un tocante patetismo, que la régie explotó con algunos sutiles detalles; entre otros el de cerrar el telón por detrás del protagonista sobre el final del primer acto: Rigoletto no encuentra la salida y nada podría mostrar mejor que ese movimiento la desesperación del personaje. En los roles secundarios sobresalieron Ernesto Bauer (Monterone) y Walter Schwartz (Sparafucille).
La dirección de Carlos Vieu fue fluida y detallada. La orquesta sonó prolija, más allá de unas desafinaciones de los vientos en los mullidos acordes de la obertura. El Coro cumplió sobradamente.
Ficha
Rigoletto
Autor Giuseppe Verdi director Carlos Vieu regie y escenografia André Heller-Lopes director del coro Juan Casasbellas reparto Angelo Scardina (El Duque de Mantua), Fabián Veloz (Rigoletto), Ivanna Speranza (Gilda) sala Teatro Avenida, viernes 13. Repite hoy, 17, 19 y 21.