"El rapto en el serrallo" en el Teatro Avenida, una selección de grandes voces
Por Alejandro César Villarreal
HAGASELAMUSICA.COM, 13 de agosto de 2012
"El rapto en el serrallo" de Wolfgang A. Mozart es el tercer título que Buenos Aires Lírica presenta en la actual temporada lírica. Una acertada y audaz adaptación del libreto original, junto a una puesta en escena muy cuidada y no menos provocativa, gran interpretación del Coro y Orquesta de Buenos Aires Lírica y la excelente interpretación de los solistas hacen de esta puesta un exquisito y divertido reencuentro con la magistral música de Mozart.
Mozart compuso con gran facilidad "El rapto en el serrallo" entre el año 1871 y finales de mayo del año siguiente, el estreno tuvo lugar en el Hoftheater de Viena el 12 de julio de 1872 y significó un gran reconocimiento hacia el compositor por parte del público vienés. Este singpiel surge por encargo del emperador José II, la música compuesta por Mozart es de una gran belleza y ubica a esta obra por encima de los singpiel usuales. "El rapto en el serrallo" es algo más, es una "ópera cómica", una verdadera obra maestra. Basándose en un texto original de Christoph F. Bretzner el dramaturgo vienés Gottlieb Stephanie llevó adelante la creación del libreto con activa participación de Mozart, aquí no encontramos poesía de alto nivel pero sí un libreto adecuado para una noche de teatro entretenida. Es así que partiendo de un texto "un poco flojo", el escritor y compositor Gonzalo Demaría lleva adelante para esta representación de Buenos Aires Lírica cambios fundamentales en el libreto que son afines a la puesta en escena. Lo que podría titularse una profanación de lo sagrado no lo es tanto, ya que la música no se altera en absoluto, solo los recitativos son reescritos con el único fin de dar sentido a lo visto en escena, jugar con los cuadros musicales y ser cómplices del público con guiños de pura actualidad. En este caso no debemos observar los cambios como una falta de respeto a los creadores sino como una recreación de la obra y que conlleva como único fin “aggiornar” el texto a la puesta en escena. La régie recae en las manos de Pablo Maritano, imposible no recordar su trabajo en "Rigoletto" para el Teatro Argentino de La Plata en el año 2010, quien lleva adelante una jugada y creativa visión de "El rapto en el serrallo". Con gran delicadeza, Maritano mantiene el espíritu de la obra pero llevándola a tiempos actuales. Del jardín junto al mar original donde encontramos luego de la obertura a Belmonte, nos adentramos en un aeropuerto tomado por talibanes. Osmín, el encargado del harén en este caso tiene a cargo a los rehenes, Pedrillo es un barman y su novia Blonde es una azafata y no la criada de Konstanze. Cuanta distancia podemos encontrar entre los piratas que raptan a Konstanze en un viaje marítimo para vendérsela al pachá Selim y los terroristas que toman un aeropuerto con el mismo fin de obtener algún provecho. De raptos se trata y cuando la visión de un creador como Maritano acata por sobretodo el sentido de la obra las transformaciones deben ser respetadas, puede gustarnos o no pero ante todo debe ser respetado quien crea sobre lo ya creado y mantiene fiel su sentido. Aquí nos encontramos con una doble creación, puesta y reescritura de los parlandos que juntos hicieron de esta presentación un todo magnífico.
Pero si algo le faltaba a esta interesante puesta de "El rapto en el serrallo" era que las voces estén a la altura de Mozart. Señoras y Señores debo decir que los cantantes que subieron a escena no solo estuvieron a la altura de Mozart, parecían voces mozartianas de pura estirpe con gran dicción, fonética, versatilidad y extrema naturalidad. La soprano argentina Marisú Pavon llevó adelante el rol de Konstanze de gran manera, este papel tiene dificultades en el canto que van más allá de lo usual en un singpiel y Pavon las supera con naturalidad, expresión y estabilidad en su voz. Gran arte vocal y un registro extenso que se ven plasmados en la llamada "aria del martirio" que en la voz de Pavon nos deja exaltados por la justeza en la notas y su coloratura muy cuidada. Por su parte Ivan Maier en el papel de Belmonte es perfecto, con un timbre ligero de gran tesitura. Escuchar a Maier impacta no solo por su cálida voz sino también por su versatilidad. La soprano chilena Constanza Castillo y el tenor argentino Patricio Olivera se pusieron en la piel de la segunda pareja en cuestión: Blonde y Pedrillo. Ambos cantantes realizaron un trabajo soberbio, insisto en afirmar que este equipo de voces jóvenes llevó adelante un excelente trabajo mozartiano con todo lo que esto significa. Castillo brilló por su timbre y justeza en las notas altas, gran arte vocal y no menor gracia en la interpretación, inolvidable su "Que alegría, que gozo reina ahora en mi corazón". Olivera por su parte creó un Pedrillo con mucha gracia en lo actoral y ajustada técnica desde lo vocal, de principio a fin su figura fue de gran presencia escénica, siendo el artífice de la acción entre los personajes. Osmín, que junto a Pedrillo son la parte cómica de la obra, fue interpretado por el bajo barítono holandés Harry Peeters. Con años de carrera y gran experiencia Peeters compuso un Osmín estratégicamente divertido, osco y bruto. Su presencia siempre fue de gran comicidad acompañada de una ajustada interpretación vocal, volumen importante y vibrato parejo. Por último debemos dar crédito a la muy buena actuación del barítono Hernán Iturralde que puesto en la piel de Selim Bassa no canta, solo habla, ya que Mozart así lo quiso. Una "selección de voces", realmente una grata sorpresa desde lo vocal y no por no valorar a los intérpretes desde el programa sino que decir una "selección" siempre conlleva grandes y populares nombres aparejados y no dudo en decir que esta puesta de "El rapto en el serrallo" fue llevada adelante por una selección de voces de gran naturalidad y expresión técnica.
Desde el foso podemos valorar la exactitud y el excelente manejo de los tiempos del director Pedro Pablo Prudencio al frente de la Orquesta de Buenos Aires Lírica. Juan Casasbellas es el director del coro que en este singpiel no tiene un activo papel pero que reserva para todas las voces en conjunto un gran final aleccionador con el "Quien pueda olvidar tanta generosidad, merece el desprecio". Y es con esto último que quiero dar por finalizado este cúmulo de palabras que representan mis sensaciones con lo visto y escuchado en el Teatro Avenida: "Quien pueda olvidar tanta generosidad, merece el desprecio", mucha generosidad artística y profesional que los que asistimos a verla valoramos y jamás olvidaremos y sino que nos ajusticie el desprecio de tan maravillosos artistas.