Funciona bien el cambio de serrallo por aeropuerto
Por Margarita Pollini
AMBITO FINANCIERO, 14 de agosto de 2012
La traslación espacio-temporal realizada por los directores de escena respecto de los argumentos de ópera es la gran polémica en la que el género sigue envuelto, aun cuando la costumbre no es novedosa. Esta afirmación (que no implica a priori un juicio negativo o positivo sobre tal práctica, dado que cabe juzgarla únicamente según cada caso) sirve como introducción a la reseña de «El rapto en el serrallo» que Buenos Aires Lírica presenta en el Teatro Avenida, por el hecho de que el nuevo argumento y los diálogos creados «ad hoc» vienen a ser una suerte de legitimación: en lugar de mostrar el texto inalterado y una acción escindida con él, como frecuentemente sucede, se optó por adaptarlo parcialmente y brindar una puesta coherente con esta adaptación.
La razón argumentada por los responsables de la propuesta es la dificultad de representar el Singspiel con música de Mozart y libreto de Johann Gottlieb Stephanie, el joven, tal como fue escrito, considerando sus debilidades dramatúrgicas, en cuyo caso está siempre la válida opción de dejarlo de lado y elegir otra obra. Pero claro, allí está la genial música de Mozart, sus arias inolvidables, sus coros enérgicos y sus graciosos ensambles, que merecen una vida tan larga como el Bassa Selim.
Nos encontramos aquí en un aeropuerto tomado por terroristas islámicos liderados por Selim, enamorado de Konstanze, en momentos en que ella y su esposo Belmonte vacacionaban. Con la ayuda de la caricaturesca azafata inglesa Blondie y el gracioso Pedrillo, empleado del bar, el matrimonio intenta drogar a los captores y fugarse en una avioneta. Frustrado el plan, finalmente Selim los libera junto con los demás pasajeros retenidos.
Los inteligentes diálogos de Gonzalo Demaria, reconocido hombre de teatro, resultan coherentes con los textos de los números musicales, la acción fluye sin escalas en la ruta del creativo Pablo Maritano (un mecanismo de relojería con toques desopilantes), el público se divierte y la música no se ve afectada. La escenografía de Andrea Mercado, el vestuario de Sofía Di Nunzio y la iluminación de José Luis Fiorruccio dan un marco visual adecuado a la producción.
Una muy buena realización musical, responsabilidad del joven director Pedro Pablo Prudencio, la complementa. El complejo papel de Konstanze es asumido con enjundia por la soprano Marisú Pavón, aun cuando su hermosa voz no parece sentirse a sus anchas en él, especialmente en los extremos, y sus tremendas arias son vertidas con sobriedad, bella línea y agilidad. El joven tenor Iván Maier, correcta elección para el papel de Belmonte, canta con facilidad y buen gusto. La pareja cómica (Constanza Castillo y Patricio Oliveira) se desenvuelve adecuadamente en lo vocal y con enorme soltura actoral. El bajo Harry Peeters es un Osmin muy solvente, Hernán Iturralde juega con autoridad el papel de Selim y el coro de la asociación, preparado por Juan Casasbellas, tiene un desempeño impecable. Al frente de una orquesta sólida, Prudencio concierta con mano magistral.
Habrá espectadores que rechacen las novedades y otros que les den la bienvenida. Lo cierto es que el Singspiel de Mozart-Stehpanie, con su «turquerie musicale» y sus enredos, es un producto «de» y «para» una época. También lo es la eficaz versión de Buenos Aires Lírica, que, para legitimar completamente los cambios, bien podría intitularse «La toma del aeropuerto».
«El rapto en el serrallo», Singspiel de Wolfgang Amadeus Mozart. Libreto: J. G. Stephanie. Diálogos: G. Demaria. Orquesta y Coro Buenos Aires Lírica. Puesta en escena: P. Maritano. Dirección musical: P. P. Prudencio. (Buenos Aires Lírica, Teatro Avenida, 12 de agosto) .
