Crítica. Dos óperas en el Avenida “Suor Angelica” (Puccini) y “Pagliacci”.
Por Sandra De La Fuente
Una inusual dupla formada por Suor Angelica , una de las óperas que componen el tríptico de Puccini y Pagliacci , la popularísima pieza de Leoncavallo, subió a escena en el Avenida, con una producción de Buenos Aires Lírica. La novedosa asociación –la tradición reúne a Pagliacci con la Cavalleria Rusticana , de Mascagni- no carece totalmente de sentido. Por lo pronto, ambas forman parte del capítulo verista del género operístico. Es cierto que entre ambas hay insalvables divergencias de tono -la monotonía de Suor Angelica es criticada con la misma fuerza con la que se burla la sangre caliente, el tuco que derrama Pagliacci – pero, en todo caso, la contigüidad de contrastes resulta formalmente interesante.
La puesta de Marcelo Perusso acentúa esas divergencias. La historia de Suor...
está narrada con colores apagados y luces diagonales amarillentas. Todo sucede en un poco generoso pasillo que dejan las columnatas del convento. El tul de boca suma opacidad a la escena y la asfixia se vuelve definitiva.
En contraste, Pagliacci , tiene el esperable color. La puesta ubica la representación en los ‘30 y en un set de cine. El comienzo es excitante, con los créditos proyectados, el ruido de una impactante moto entrando en escena y la infaltable diva de anteojos negros. Pero, apenas presentada, la idea pierde fuerza, el set no sostiene mucho más que el preámbulo: se disuelve ap enas comienza la acción.
De cualquier modo, en una y otra obra las actuaciones fueron consistentes. Florencia Fabris cumplió sobradamente con el doble papel asignado, el protagónico de Suor ...
y la Nedda de Pagliacci . Pero la humanidad de su monja quedó ensombrecida por la interpretación de Elisabeth Canis. En la Tía princesa que hace Canis hay una sensibilidad nueva, ausente en otras versiones de ese mismo papel. El resto del plantel femenino estuvo a la altura de las exigencias de la pieza de Puccini.
Respecto del Pagliacci , el tenor Luis Lima interpretó un Canio con toda la salsa. A los 63 años, Lima sigue teniendo una voz parejísima a la que tal vez sólo habría que reprocharle su volumen siempre ostentoso. Omar Carrión, por su parte, compone un Tonio perfecto vocalmente, pero algo descuidado en la caracterización de su deforme y por esa razón resentido personaje. Los otros dos comprimarios de relevancia, Ernesto Bauer (Silvio) y Fermín Prieto (Beppe), mostraron solvencia dramática y vocal. La orquesta, dirigida por Carlos Vieu, tuvo algunos traspiés en el comienzo, pero cobró fluidez a lo largo de la representación.