Contra la violencia de género
Por Sandra De La Fuente
CLARÍN. Domingo 27 de marzo de 2011.
No sin un dejo de ironía Bizet decía que si por alguna razón el fanatismo, el crimen, el engaño y lo demoníaco dejaban de existir también se terminarían las razones para escribir óperas. Todos esos tópicos imperecederos aparecen en Carmen , en su afrenta libertaria a las instituciones, a la dominación.
La inagotable voluntad liberadora de Carmen se ve empalidecida en la puesta con la que Buenos Aires Lírica abrió su temporada 2011. La violencia de género es el nuevo estamento sobre el que el régisseur Marcelo Lombardero organiza la historia, en una versión fiel a la partitura y libreto originales -con diálogos hablados-, pero con escenarios actuales.
La escena no puede estar mejor lograda en esa barriada industrial donde la institución policial reprime a jóvenes sin más futuro que la delincuencia. En esa densa atmósfera marginal hay espacio para el talento -son notables los bailarines de break dance -, para la belleza y también para la seducción. Difícilmente la historia de Carmen pueda encontrar un mejor marco donde desarrollarse. Como en muy pocas actualizaciones, las palabras no contradicen el cambio de escenario. Sin embargo, la visión de Lombardero impone sobre el final un cambio de carátula al documentar a cientos de mujeres golpeadas para convertir a la caprichosa Carmen -demoníaca, criminal, mentirosa pero por sobre todo libre- en una víctima más de la violencia de género.
Afortunadamente, la Carmen que encarna la mezzosoprano Adriana Mastrángelo rebasa completamente cualquier rótulo. No es fácil imaginar una Carmen más seductora y autodeterminada, segura de su voz -con volumen y registro homogéneo- y de la potencia de cada uno de sus movimientos. En un mismo nivel estuvo su contrafigura, Micaela (la soprano Oriana Favaro), exquisita y conmovedora en sus intervenciones.
El tenor brasileño Martín Muehle, un poco engolado en el primer acto, logró asentarse a lo largo de la función hasta entregarse al más trágico final. Menos interesante vocalmente resultó el Escamillo de Leonardo Estévez, que parece estar un poco fuera de su registro. También estuvieron impecables el cuarteto de Frasquita (Cecilia Pastawski), Mercedes (Victoria Gaeta), El Dancairo (Sebastián Sorarrain) y el Remendado (Santiago Bürgi). El coro preparado por Juan Casasbellas y la orquesta dirigida por Alejo Pérez tuvieron una actuación irreprochable.