Sorprendente vigencia del Beethoven lírico
Por Eduardo Giorello
ÁMBITO, Lunes 12 de abril 2010
«Fidelio». Opera en dos actos. Mús.: L. v. Beethoven. Lib.: J. Sonnleithner y F. Treitschke. Dir. mus.: G. Brizzio. Régie: R. De Letteriis. Esc. y vest.: D. Taiana. Luces: A. Le Roux. Dir. coro: J. Casasbellas. (Teatro Avenida) Nuevas funciones: 13, 15 y 17/4.
Una de las óperas alternativas de nuestro medio, Buenos Aires Lírica, inició su temporada anual con la ópera de Ludwig van Beethoven, «Fidelio» , única y emblemática contribución del genio de Bonn al género lírico. Es curioso observar la trascendencia que adquiere la ópera de Beethoven con el paso del tiempo y los vericuetos de la evolución humana.
Temas muy cercanos a nuestra sensibilidad social aparecen en la obra trazada hace doscientos años por los libretistas y el músico que obligan a pensar en la reiteración de los ciclos históricos. Así la represión, el sojuzgamiento de los ideales políticos, el crimen y el odio ancestral, la intolerancia ideológica, la obediencia debida, la tortura y la muerte impune del adversario, que han llenado tantas páginas de los medios de estos últimos tiempos, ya están expuestos en esta mirada beethoveniana a una época que, si bien no determinada, posee estrechos lazos con el tiempo que le toca vivir.
La defensa de la libertad de pensamiento condice con la idea moral del autor que brega por la instauración de una sociedad que respete el derecho y la elección ideológica. Una música que polariza los conceptos de oscuridad y la luz, el contrapunto de la marcialidad de algunos momentos con la diafanidad de otros, la expansión vocal a que son sometidos los personajes principales y los amplios frescos sinfónicos corales, como el que cierra exultante la ópera de Beethoven , diseñan su estilo de riqueza instrumental y vocal que, inmerso en el clasicismo más acérrimo, ya anticipa un romanticismo de clima amoroso y heroico. La conjunción de ideas y música en esta ópera es paradigmática. La defensa de la monogamia y el sacrificio de la mujer burguesa en pos de su pareja y el final liberador en esta ópera llamada «de rescate», la hacen una pieza imprescindible de la historia de la lírica alemana y universal.
La puesta en escena de Rita de Letteriis apuntó hacia la consolidación de esas ideas que transitan por la partitura y creó en un marco de naturalismo casi convencional, las condiciones adecuadas para que los personajes se desplacen dentro de los parámetros realistas y tradicionales del teatro. Bellos escenografía y vestuario de Daniela Taiana y sugerentes los claroscuros de Alejandro Le Roux , ellos crearon la atomósfera metafórica precisa para esta contienda de luz-oscuridad. Guillermo Brizzio dirigió con su capacidad habitual a la Orquesta de la institución y superados algunos tropiezos de los aerófonos al principio, la ejecución se fue afianzando. De todas maneras la orquesta sonó débil. El orgánico orquestal estaba reducido y para la vehemencia beethoveniana ello es algo no aconsejable. La capacidad del foso del Avenida no permite otra cosa, si sirve como disculpa.
Protagonista destacada fue Carla Filipcic Holm como Leonore, intensa y de gran presencia vocal. El otro personaje calificado fue el Coro de BAL preparado por Juan Casasbellas con rigor y el ímpetu musical necesarios para resolver esta gran cantata escénica. Discreto, nada más, el Florestán del vienés Peter Svensson y excelente el Rocco de Hernán Iturralde. Los demás, Leonardo Estévez, Homero Pérez Miranda, Ana Laura Menéndez y Gustavo De Gennaro entre otros cantantes, dentro de una corrección generalizada. Hubo algunos clisés simbólicos en la escena final como la rotura de las cadenas y las manos tendidas hacia el cielo, imágenes casi insoslayables en toda puesta de «Fidelio».
