Cinematográfica "Traviata" de Buenos Aires Lírica
Por Eduardo Giorello
ÁMBITO FINANCIERO, Viernes 3 de abril 2009
"La Traviata" es una de las óperas más difíciles del repertorio. Quizá por ser masivamente conocida a través de la literatura de Alexandre Dumas, en la que se inspira y por haber sido varias veces llevada al teatro, a partir de su publicación como novela y adaptada para el escenario, y ya en el siglo XX, llevada al cine en excelsas producciones (como la de Franco Zeffirelli o aquella, en blanco y neegro, de Luchino Visconti con María Callas, que está presente en el recuerdo de muchos melómanos) y a la televisión.
También por su frecuente reposición en los más grandes teatros líricos trasformada en ópera paradigmática por Verdi y Piave, la historia de Marie Duplessis, la llamada «Dama de las camelias», exige excelencia en todos sus elementos.
Buenos Aires Lírica abre su temporada 2009 con su versión de «La traviata» y los resultados son, en general, decorosos. Uno de los pilares de esta producción es el director Carlos Vieu al frente de la orquesta de la institución. Su ímpetu y fogosidad itálica son las más aptas para traducir esta historia de amor recorrida por una honda emoción, consecuencia del dolor que supone el renunciamiento de la protagonista y la piedad que su suerte provoca. Los instrumentistas de la orquesta responden a las indicaciones del director con excelencia musical y un brioso dramatismo.
La puesta de Pablo Maritano, casi como es de rigor, la traslada a otra época. En el caso, a los años cincuenta, con climas de ascendencia cinematográfica que recuerdan aquella versión de Luis César Amadori con Zully Moreno titulada «La mujer de las camelias». Por supuesto que en estos traslados siempre hay incongruencias argumentales y también anacronismos, como la de la «tisis» de Violetta, perfectamente controlable en los 50 del siglo XX. La puesta en escena evoca también al cine por la rapidez de los cambios escenográficos y su dinámica de «montaje» o «edición», a la vista de los espectadores. |