Ivanna Speranza: de Modena a su tierra
ITALIANOS.IT - AGENCIA ANSA PARA LOS ITALIANOS EN AMÉRICA LATINA, Jueves 2 de abril 2009
La soprano Ivanna Speranza, que se presentó en Buenos Aires con " La Traviata "de Giuseppe Verdi, aseguró que el momento "más serio" en su carrera comenzó en Italia, país que eligió para residir, cuando partió hace 10 años desde Argentina en busca de los maestros del "bel canto".
La cantante ítalo-argentina se manifestó así en diálogo con ANSA tras presentarse por primera vez ante el público de su país en la temporada 2009 de Buenos Aires Lírica, en el rol protagónico, Violetta Valery, del drama de Verdi inspirado en la novela "La dama de las camelias", de Alejandro Dumas (h).
Bajo régie de Pablo Maritano y dirección musical de Carlos Vieu, la soprano se presentará hasta el sábado próximo en el Teatro Avenida, en la capital porteña, junto a los tenores Arnaldo Quiroga (Alfredo Germont) y Omar Carrión (Giorgio Germont).
Speranza, de 31 años, nacida en la provincia argentina de Córdoba y descendiente de calabreses, comenzó sus estudios a los 16 años en el conservatorio Féliz Garzón, y actuó en roles pequeños en el Teatro San Martín, de aquella ciudad. Pero su carrera -aseguró- comenzó en Modena.
La soprano viajó a esa ciudad del norte de Italia para conocer al maestro de Luciano Pavarotti, Arrigo Pola.
"Busqué su nombre en una guía en el consulado en mi ciudad. Lo llamé y le dije: Maestro, quiero que usted me escuche", relató.
Fue el mismo Pola -contó- quien convenció a su padre para dejarla viajar, "sueño" que concretó gracias a la ayuda de toda su familia para comprar el boleto de avión.
Su debut con "L'elisir d'amore", el diploma a la excelencia por el Teatro Massimo de Palermo y sus roles en el Teatro Regio de Parma y Teatro Verdi de Trieste se produjeron "después de muchos años de sufrimientos".
"El desarraigo fue difícil. No conocía a nadie, y trabajé en distintas cosas para mantenerme", contó.
Interpretar a la heroína del drama verdiano es, para Speranza, el fruto de "un gran esfuerzo".
El "mayor de los privilegios", afirmó, ocurrió hace tres años, cuando el crítico Lorenzo Arruga, de la Scala de Milan, le presentó a Mirella Freni, pareja artística numerosas veces de Pavarotti.
"El estudio más lindo y serio comenzó con ella. Estoy muy agradecida, me recibió en su escuela sin ninguna finalidad de lucro y me alentó a correr este riesgo en mi tierra", dijo.
"Es que -reconoció- su emisión no alcanza a la especificidad requerida por Verdi: "Soy conciente de mis limitaciones, mi voz puede parecerse a muchas otras. Pero con Freni aprendí a también la singularidad de lo que se quiere transmitir".
Ese rasgo propio, acaso esté en los agudos de su voz vertiginosa, que transmiten la turbación sentimental del inicio, durante el brindis, y la convicción amorosa de Violetta, más tarde, en "Sempre Libera".
O en los "permisos" que se concede, revelados de modo infrecuente por una soprano: "Si una nota llega a salir mal, me lo permito; no puedo evitar emocionarme". Algo que quizás explique los aplausos tras su desborde en "Addio, del passato bei sogni ridenti".
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