Burocracia contra libertad
Por Gabriel Otero
MUNDOCLÁSICO, Viernes 25 de Septiembre 2009
Buenos Aires, 15/09/2009. Teatro Avenida. Gian Carlo Menotti: El Cónsul (The Consul). Ópera en 3 actos, libreto de Gian Carlo Menotti. Fabian von Matt, dirección escénica. Daniela Taiana, escenografía. Stella Maris Müler, vestuario. Alejandro Le Roux, iluminación. Carla Filipcic Holm (Magda Sorel), Hernán Iturralde (John Sorel), Virginia Correa Dupuy (La Madre), Elisabeth Canis (la secretaria), Leonardo Estévez (el agente de la policía secreta), Walter Schwarz (Mr. Kofner), Andrea Nazarre (mujer extranjera), Gabriela Ceaglio (Anna Gómez), Vanina Guilledo (Vera Boronel), Osvaldo Peroni (El Mago), Mariano Fernández Bustinza (Assan), Mabel Mercer (voz de la grabación). Orquesta de Buenos Aires Lírica. Dirección musical: Javier Logioia Orbe. Espectáculo presentado y producido por la Asociación Buenos Aires Lírica.
Gian Carlo Menotti quiso pintar con El Cónsul un drama de desesperación humana con centro en la búsqueda de libertad en un consulado por parte de perseguidos políticos. Pero de la historia y del texto podemos extraer la lucha de los gélidos burócratas para coartar la libertad. Lamentablemente los burócratas son, finalmente, los que triunfan en lugar de los que luchan por la libertad.
Un drama tan actual como en la fecha del estreno y que nos hace reflexionar sobre las dificultades que la maquinaria estatal impone sobre los sufridos administrados. Algunos no llegarán a la muerte de toda la familia como en esta obra, pero cuántas personas juegan su vida, su libertad, su honra o su patrimonio frente a los administradores que deciden con fría lentitud sin importarles la vida del otro ...
Cuantas personas hoy a nuestro lado esperan la finalización de su trámite para cobrar la jubilación, una beca, un subsidio, una autorización para una prestación médica de alta complejidad o tantas otras cosas, mientras los días pasan sin respuesta y las esperanzas se esfuman mientras el nombre se convierte en un número, cada historia es sólo un caso o expediente y las necesidades mutan en peticiones.
Menotti nos conmueve con su música y con sus palabras y por eso su lugar como uno de los pocos compositores de óperas de los últimos cincuenta años -quizás el único- que gozan de verdadera popularidad, fuera de capillas o cenáculos para iniciados sino en el público real y concreto de los teatros líricos.
Javier Logioia Orbe en la dirección musical efectuó un fino trabajo de concertación, fusionando el palco escénico con el foso de la mejor manera. Su trabajo resultó de una solidez admirable a la vez que logró el refinamiento y los densos climas que la obra necesita.
Fabian von Matt a cargo de la dirección escénica demostró profundo conocimiento de la obra, una concepción clara y una adecuada dosificación de los recursos dramáticos. Toda la acción fluyó de manera natural y creíble.
De excelencia la idea de ubicar cuatro cubículos, a ambos lados de la escena, que se iluminaban y oscurecían alternativamente y desde los cuales se aportaban acciones que lejos de resultar vacías o redundantes como en otras propuestas, aportaron credibilidad a las acciones. En esos cubículos podía verse a espías escuchando con auriculares y tomando notas de las conversaciones, una silla de interrogatorio, empleadas apilando infinitos archivos, al agente de la policía o a la espectral aparición de John Sorel en el segundo acto.
Daniela Taiana diseñó una escenografía de espléndida factura que funcionó como marco ideal en el desarrollo del drama con un excelente contraste entre la casa pobre y las líneas gélidas del consulado. La iluminación creada por Alejandro Le Roux resaltó los climas de cine negro de mitad del siglo pasado que se buscaron en la puesta y contrastó perfectamente la lúgubre luz del departamento de Magda con la fría iluminación en el consulado. De perfecto diseño y confección el vestuario ideado por Stella Maris Müller.
El elenco vocal resultó homogéneo y sin fisuras, cualidades que ya se han señalado repetidas veces en las propuestas de Buenos Aires Lírica. Pero como ello es algo difícil de conseguir, es necesario volver a ponderar.
Carla Filipcic Holm compuso a Magda Sorel con excelentes resultados. Su compenetración vocal y la gama de matices e intensidades fueron casi perfectas. Su entrega actoral fue a la par de su capacidad canora para redondear la excelencia que comentamos en este exigente rol.
En el rol de John Sorel, Hernán Iturralde ofreció una interpretación vocal y actoral de primer nivel. Virginia Correa Dupuy compuso a la madre de John con conmovedores acentos, mientras que Elisabeth Canis, como la secretaria del consulado, derrochó la frialdad y crispación que el personaje necesita.
Osvaldo Peroni prodigó calidad e histrionismo como el mago. Leonardo Estévez aportó la frialdad que el agente de la policía secreta necesita, a la par que corrección vocal.
Las más breves participaciones de Walter Schwarz, Gabriela Ceaglio, Vanina Guilledo, Andrea Nazarre y Mariano Fernández Bustinza fueron ajustadas y convincentes.
En suma: otro valioso aporte artístico de Buenos Aires Lírica con una obra tocante y en donde la burocracia vence, lamentable y nuevamente, a la libertad.
|
