Es una obra muy cruda
Por Sandra de la Fuente
CLARÍN, Viernes 11 de septiembre 2009
Entrevista Carla Filipcic Holm La soprano que protagoniza "El cónsul", da detalles de la puesta de esta ópera de Gian Carlo Menotti.
A poco de regresar a Buenos Aires luego de perfeccionarse durante dos años en Alemania gracias a la beca María Marta Sánchez Elía de Núñez, la soprano Carla Filipcic Holm será la atormentada Magda Sorel, protagonista de El Cónsul, la ópera de Gian Carlo Menotti, el nuevo título de Buenos Aires Lírica que con régie de Fabian von Matt y dirección musical de Javier Logioia Orbe sube hoy al escenario del teatro Avenida.
La noticia del ahorcamiento de una inmigrante polaca cuyo ingreso a los Estados Unidos había sido denegado inspiró a Menotti esta tragedia sobre la desesperanza de los inmigrantes en tiempo de macartismo.
"Es una obra desgarradora con una escenografía muy cruda. Habrá que tener a mano varios pañuelos", advierte Filipcic Holm mientras sonríe satisfecha por lo que considera una producción cuidada "hasta en el más ínfimo detalle". Y agrega: "Como la pieza es naturalista uno siente que está inmerso en una obra de teatro antes que en una ópera. El trabajo de escena teatral exige un cuidado muy particular, aparecen problemas que no existen en las óperas.
¿Por ejemplo?
La obra no tiene tiempos de ópera, tiene pausas donde la orquesta está sin tocar y sólo suceden acciones en el escenario. Y el tipo de canto es tan especial que por momentos me olvido de que estoy cantando. Es que mi personaje está siempre en tensión y son pocos los momentos en los que canta.
¿Cómo te preparaste para el rol?
Sola, porque estaba en Alemania, sin maestro preparador. Pensaba mucho en el personaje y me sobrevino una depresión tremenda; escuchaba la música y leía el texto todo el tiempo y no pude evitar contagiarme esa tristeza. Estar en ese estado melancólico todo el tiempo no es saludable. Llega un momento en que el personaje empieza a darte cosas que no deseás y eso es peligroso.
¿Cómo conviven el artificio del canto con una puesta naturalista?
No es fácil, porque hay ciertos gestos que es necesario magnificar para que sean visto hasta en el palco más alto. Aquí confío plenamente en el director. Hago lo que él me pide.
¿Pero no se supone que siempre debería ser así?
No, en general defiendo mucho mis posiciones, no soy tan dócil. Sigo mi intuición y discuto mucho, pero a este director lo respeto especialmente. Me orientó muchísimo ya en las larguísimas conversaciones telefónicas que tuvimos cuando todavía yo estaba en Alemania. Y en cada ensayo compruebo que todas sus indicaciones son tan acertadas, se ve tan claro su planteo, que me entrego completamente.
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