Renovación y respeto
Por Gustavo Gabriel Otero
MUNDO CLÁSICO, DIARIO INTERNACIONAL DE MÚSICA CLÁSICA, Martes 8 de abril de 2008
Buenos Aires, 08.04.2008. Teatro Avenida. Gioachino Rossini: La Italiana en Argel (L'Italiana in Algeri). Ópera en dos actos. Libreto de Angelo Anelli. Pablo Maritano, dirección escénica. Andrea Mercado, escenografía. Sofía Di Nunzio, vestuario. Gonzalo Córdova, iluminación. Evelyn Ramírez (Isabella), Hernán Iturralde (Mustafá), Gustavo de Gennaro (Lindoro), Fernando Santiago (Taddeo). Jimena Semiz (Elvira), Florencia Machado (Zulma), Gustavo Feulien (Haly). Orquesta y Coro de Buenos Aires Lírica. Director del Coro: Juan Casasbellas. Director musical: Guillermo Brizzio. Espectáculo presentado y producido por la Asociación Buenos Aires Lírica.
Nuevamente Buenos Aires Lírica abrió su temporada con una producción operística de cuidada factura. En este caso una nueva versión escénica de la deliciosa comedia de Rossini 'La italiana en Argel' ambientada en los años 40 o 50 del siglo XX. El tema del choque entre las costumbres europeas y turcas -una temática muy importante en los siglos XVIII y XIX- no ha perdido vigencia y que tomado en serio, y no en solfa como en esta ópera, continúa siendo relevante por más de un motivo en varios países occidentales.
El debutante director escénico Pablo Maritano trazó una acción teatral plena de comicidad con las dosis justas de renovación y respeto por la obra. Esto sólo lo consiguen los que comprenden, aman y disfrutan del género y por ello triunfan en forma sólida y no los iluminados que desde fuera quieren renovar la ópera y sólo consiguen la efímera fama del escándalo.
Cada personaje y el coro fueron marcados milimétricamente con actuación en todo momento, se notó especialmente que los artistas se divertían, alegría que se contagió en todo el público presente.
Reconocible ese Argel de mitad del siglo XX con su abstracta decoración oriental y pequeñas dosis de art decó occidental. Verdaderos hallazgos fueron el coro de eunucos y su marcadas poses femeninas, la llegada del barco (un crucero de lujo en este caso) con la toma de prisioneros, las torpezas de enamorado de Mustafá, la primer escena del acto segundo en un baño turco, la seducción de Isabella cantando en un café con estética de las películas de Hollywood de los años cincuenta, la ceremonia de nombramiento de 'Kaimakan' a Taddeo y toda la escena de 'Pappataci' con el coro de cocineros y la remisión a la comida italiana.
Excelente el diseño de escenografía de Andrea Mercado con profusión de colores dorados, cálidos y oscuros con abstracciones turcas y algo de gusto occidental para los interiores musulmanes; muy bien contrastados con los azules y la estilizada silueta del crucero de lujo en la llegada de Isabella. Simple, pero de indudable efecto, el baño turco con sus azulejos celestes y negros. De gran fusión entre occidente y oriente el café y en perfecto estilo italiano la decoración de la escena de 'Pappataci'.
Para complementar la excelencia escénica se contó con un vestuario, diseñado por Sofía Di Nunzio, de líneas orientales con algunos toques occidentales, perfectamente ajustado a la concepción visual y con bellos y suntuosos trajes para la protagonista; y con la creativa iluminación de Gonzalo Córdova.
La versión musical:
La orquesta sonó ajustada y precisa bajo las marcaciones del maestro Guillermo Brizzio. Se podría haber trabajado más el vuelo expresivo, la agilidad y la chispa pero, con todo, se apreció una versión musical de buena factura.
Evelyn Ramírez como 'Isabella' fue el centro de la acción en todas las escenas en las que formó parte. De grata presencia escénica y admirablemente vestida resultó una italiana sensual, coqueta y bien pícara. Poseedora de una voz cálida y homogénea, fue segura en las coloraturas y expresiva en todo momento. Una noche de verdadero triunfo para la mezzosoprano chilena.
El barítono Hernán Iturralde encarnó con gran solvencia vocal el papel de bajo de 'Mustafá'. Su histrionismo resulta perfecto. En cado momento es la clave de la acción y no se trata aquí de un anciano sino de una persona de casi la misma edad de Isabella que se enamora y pierde su habitual compostura.
Reemplazando a último momento a Jaime Caicompai, debutó en el rol de 'Lindoro' el tenor Gustavo de Gennaro. Dejando de lado alguna entrada a destiempo, fruto indudable de los nervios del debut, y comprensibles inseguridades, nos encontramos ante un tenor de bella línea lírica y material interesante.
Fernando Santiago como 'Taddeo' aunó brillo vocal y comicidad escénica.
Muy adecuados resultaron Jimena Seliz como 'Elvira', Florencia Machado como 'Zulma' y Gustavo Feulien como 'Haly'.
Muy bien preparado el coro por Juan Casasbellas, que debió actuar muy desdoblado y con pocos integrantes en cada una de las escenas.
En suma: una Italiana en Argel para disfrutar, presentada con renovación y respeto. |
