Muy buen espectáculo
Por Gustavo Gabriel Otero
MundoclÁsico.com, viernes 19 de septiembre de 2008
Buenos Aires, 16.09.2008. Teatro Avenida. Christoph Willibald Gluck: Iphigénie en Tauride. Ópera en cuatro actos. Libreto de Nicolas-François Guillard. Rita Cosentino, dirección escénica y diseño de escenografía. Stella Maris Müller, vestuario. Horacio Efron, iluminación. Cecilia Elías, coreografía. Virginia Correa Dupuy (Iphigénie), Luciano Garay (Oreste), Carlos Ullán (Pylade), Ernesto Bauer (Thoas), Vanesa Tomas (primera Sacerdotisa), Vanina Guilledo (segunda sacerdotisa), Eugenia Fuente (Diana), Mariano Fernández Bustinza (Escita), Claudio Rotella (ministro del templo), Andrea Nazarre (una mujer griega). Camerata Bariloche y Coro de Buenos Aires Lírica. Director del Coro: Juan Casasbellas. Director Musical: Alejo Pérez. Espectáculo presentado y producido por la Asociación Buenos Aires Lírica.
Siempre produce placer estético el retorno a las tragedias griegas, si a ello le sumamos la visión dramática de un grande la ópera como Gluck con su casi perfecta unidad entre drama, palabras y música y si se conjugan, como en este caso, una visión musical de primer orden y una visual de excelencia, el disfrute está asegurado.
El primer Gluck de la corta pero brillante historia de la asociación Buenos Aires Lírica tuvo como puntal de excelencia la visón musical plasmada por Alejo Pérez que concertó con perfecto estilo, a los que se sumaron seguridad, refinamiento, vuelo y entrega. Los profesores de la Camerata Bariloche respondieron a las indicaciones del maestro en forma brillante y fue bien merecido el aplauso cuando subieron al escenario -quizás en un pequeño ataque de divismo bien justificado- al finalizar la representación.
En conjunción con un concepto estilístico de primer orden en lo musical la visión plástica ideada por el equipo comandado por Rita Cosentino fue sencillamente impactante.
Con tres paredes grises que imitan la piedra, unos pocos elementos de utilería tales como sillas, la gran cabeza en piedra de la diosa Diana que se fragmenta y crea diversos espacios, algunos almohadones y una iluminación cinematográfica, firmada por el talentoso Horacio Efron, se logró dar la exacta ambientación a cada una de las escenas.
El vestuario, ideado por Stella Maris Müller, lució atemporal y mayormente en la gama de los grises, con un gran cambio en la última escena con los mantos rojos que anuncian el sacrificio. Adecuada la coreografía de Cecilia Elías y de dignidad clásica, pero sin estatismos, los movimientos trazados por Rita Cosentino.
Las voces
En cuanto a lo vocal el elenco resultó homogéneo, pero un par de escalones detrás de la excelencia de la concepción musical y la estética. Así todo la mezzosoprano Virginia Correa Dupuy delineó una Ifigenia creíble, plena de entrega y profesionalismo, de buena calidad vocal sin desmedro de algún agudo un tanto ácido.
Carlos Ullán demostró con su Pylade estar en un momento vocal extraordinario; interpretando su parte con seguridad, afinación, estilo y bellos matices. A su lado Luciano Garay fue un adecuado Oreste, con algunas notas extrañamente 'arrastradas', pero de muy buena prestación general.
Ernesto Bauer fue un muy adecuado Thoas, mientras que el resto del elenco fue solvente salvo por la rusticidad del canto de Claudio Rotella (ministro del Templo).
Con mejor prestación en las voces femeninas que en las masculinas, el Coro que dirige Juan Casasbellas fue nuevamente modelo de cohesión musical y eficiencia actoral.
En suma: una noche de muy buen espectáculo con esta Ifigenia en Tauride de Gluck. |