Con toda la virilidad verdiana
Por Gustavo Gabriel Otero
MUNDOCLASICO.COM, Martes 22 de julio de 2008
Buenos Aires, 22.07.2008. Teatro Avenida. Giuseppe Verdi: Attila. Ópera en un prólogo y tres actos. Libreto de Temistocle Solera. Marcelo Perusso, dirección escénica y diseño de escenografía y vestuario. Rubén Conde, iluminación. Homero Pérez-Miranda (Attila), Omar Carrión (Ezio), Mónica Ferracani (Odabella), Arnaldo Quiroga (Foresto), Emanuel Esteban (Uldino), Christian Peregrino (Leone). Orquesta y Coro de Buenos Aires Lírica. Director del Coro: Juan Casasbellas. Director Musical: Javier Logioia Orbe. Espectáculo presentado y producido por la Asociación Buenos Aires Lírica.
Con haber presenciado tres o cuatro óperas de Verdi y sin ninguna necesidad de grado académico alguno, cualquier espectador se da cuenta de que Attila no posee la calidad de las obras de su trilogía popular, de las posteriores o, naturalmente, de Otello o Falstaff.
Ello no empequeñece el disfrute del público, que ama y conoce el género operístico, de este Attila y su arrolladora fuerza viril y patriótica. Claro que en estos tiempos hablar de virilidad o patriotismo, para muchas mentes postmodernas enclaustradas en su pretendido nivel académico, son conceptos políticamente incorrectos o lisa y llanamente palabras a desalojar de sus vidas y sus pensamientos.
La verdad es que los espectadores siguen disfrutando de esta verdadera lava que fluye con viril emoción de las nobles arias, de sus inflamadas cabalettas, de los potentes duettos y tercetos, y de la nobleza y efusividad de los conjuntos.
Claro que la obra no se eleva al primer plano de la producción de Verdi, pero es necesario recordar, que es natural y absolutamente lógico que no todas las óperas de un compositor tengan el mismo nivel de creatividad y originalidad. Y es correcto que no sólo haya que remitirse a recordar a las más logradas de ellas. Por eso parece pertinente que Attila vaya encontrando su lugar en la programación de los distintos teatros de ópera del mundo y por ello es plenamente satisfactoria la idea de Buenos Aires Lírica de ofrecerla nuevamente al público local.
La versión
Marcelo Perusso, en su triple condición de director escénico, escenógrafo y diseñador del vestuario, constituyó uno de los pilares de la representación. Su concepción visual resultó suntuosa, detallista y respetuosa de la época. Logró sacar partido de las dimensiones del escenario para poder ambientar adecuadamente cada una de las escenas con una escenografía bella y funcional. La pequeña escenificación de la obertura con los preparativos de la batalla por parte de los aquilenses resultó un hallazgo como así también los movimientos de las masas.
Las acciones dramáticas de los solistas fueron creíbles y sobrias, sin caer en exageraciones de movimientos permanentes pero tampoco ancladas en un estatismo decimonónico. Muy buena la iluminación de Rubén Conde y de gran factura el vestuario.
La dirección musical de Javier Logioia Orbe logró insuflar el necesario vigor verdiano a la orquesta redondeando una versión musical de calidad.
El elenco resultó adecuado y homogéneo sin ninguna actuación memorable pero sin fallas evidentes.
Homero Pérez- Miranda compone un Attila de sólidos recursos y segura musicalidad, a su lado Mónica Ferracani, sin dejar de señalar alguna emisión oscilante, fue una lucida Odabella.
Omar Carrión interpreta un irreprochable Ezio y Arnaldo Quiroga, con una inteligente dosificación de sus recursos, logra salir airoso de la difícil prueba que significa Foresto.
Bien cantado el Leone de Christian Peregrino e irregular Emanuel Esteban como Uldino.
Muy bueno el desempeño del Coro, prolijamente preparado por Juan Casasbellas, aunque en algunos pasajes se necesitaría mayor cantidad de integrantes.
En suma: una correcta y honesta presentación de una obra que sigue conmoviendo por el impulso de la virilidad verdiana. |