"Il tabarro" y "Gianni Schicchi" en el Teatro Avenida:
De la oscuridad a la luz
Por Ernesto Castagnino
TIEMPO DE MÚSICA, Viernes 23 de noviembre de 2007
La presente temporada de Buenos Aires Lírica se cerró con una sobresaliente producción de dos partes de "Il trittico" de Giacomo Puccini.
IL TABARRO y GIANNI SCHICCHI , óperas en un acto de Giacomo Puccini . Dirección musical: Carlos Vieu. Puesta en escena: Rita Cosentino. Escenografía: Daniela Taiana. Vestuario: Luciana Gutman. Iluminación: Horacio Efrón. Principales intérpretes: Il tabarro - Ricardo Ortale (Michele), José Azócar (Luigi), Mariela Schemper (Giorgetta), Carlos D'Onofrio (Il Tinca), Walter Schwarz (Il Talpa), Elisabeth Canis ( La Frugola ); Gianni Schicchi - Luis Gaeta (Gianni Schicchi), Ana Laura Menéndez (Lauretta), Arnaldo Quiroga (Rinuccio), Marta Cullerés (Zita), Carlos D'Onofrio (Gherardo), Vanesa Tomas (Nella), María Candelaria Castro (Gherardino), Enzo Romano (Betto di Signa), Walter Schwarz (Simone), Esteban Hildebrand (Marco), Laura Domínguez ( La Cieca ). Orquesta y Coro de Buenos Aires Lírica. Director de coro: Juan Casasbellas
L'elisir d'amore se presentará en cinco funciones los días 28 y 30 de septiembre y 2, 4 y 6 de octubre de 2007.
La anteúltima composición de Giacomo Puccini, Il trittico, no goza de la popularidad de Madama Butterfly, Tosca, Turandot o La Bohème , aunque tampoco fue relegada como La rondine o Edgar, digamos que ocupa un puesto intermedio junto a La fanciulla del West y Manon Lescaut . Esto obedece tal vez a la malograda intención de darle a las tres partes una unidad que no consiguió o, quizás, al formato de "ópera en un acto" en el que Puccini no alcanzó los mejores resultados. La tradición llevó a recortar, como sucede en esta producción, uno de los tres títulos o incluso a representarlos por separado junto a óperas breves de otros compositores (un emparejamiento usual es Il tabarro e I pagliacci de Leoncavallo). Generalmente queda afuera Suor Angelica, como en este caso.
En esta obra de madurez, estrenada en el Teatro Metropolitan de Nueva York en 1918, Puccini explora las capacidades expresivas del diálogo musical, búsqueda iniciada por Verdi en Otello y Falstaff (personaje muy cercano al jovial Gianni Schicchi) y que lleva a Puccini a intensas discusiones con sus libretistas en su afán por eludir el aria tradicional que, en su opinión, detenía innecesariamente la acción dramática. Il tabarro, basada en la pièce noire de Didier Gold La Houppelande, es el mayor acercamiento de Puccini al verismo. Su trama contiene todos los elementos del realismo, hermanándola con Cavalleria rusticana de Mascagni e I pagliacci de Leoncavallo: bajos fondos, pobreza, violencia, adulterio, asesinato, etc. En Gianni Schicchi, Puccini retoma la tradición italiana de la ópera bufa con sus conflictos amorosos y familiares, y una irónica mirada sobre las diferencias de clase y la decadencia moral de una aristocracia empobrecida.
En ambos casos la construcción de los personajes se adentra en las miserias y debilidades humanas, ancladas al contexto social de las que emergen. El ambiente oscuro y opresivo de Il Tabarro y el descarado desparpajo con el que los personajes exhiben su codicia en Gianni Schicchi, condujeron, en esta oportunidad, a concebir las obras como opuestos en los que reinaron las brumosas sombras de uno frente a la brillante luminosidad del otro. Convencieron en este sentido la escenografía de Daniela Taiana y vestuario de Luciana Gutman, resaltando la realista lobreguez de los bajos fondos parisinos en la primera y explorando los recursos del artificio teatral en la segunda. Destacable además, en ambos casos, el cuidado por el detalle y la coherencia.
En Il tabarro la dirección escénica de Rita Cosentino optó por un planteo tradicional y sobrio. Este melodrama resulta difícil de abordar ya que requiere tres voces de mucho peso dramático para sobrellevar una orquestación que sepulta fácilmente una voz lírica. Esto constituye un peligro para cantantes jóvenes que deben empujar la voz con los riesgos que esto conlleva si no poseen una técnica sólida. Por otra parte, la efectividad del drama se basa en un golpe de efecto final en el que el cadáver del amante cae ante los ojos de la esposa infiel, al abrir su marido el abrigo dentro del cual lo ocultaba. En el planteo de Cosentino este golpe de efecto fue sustituido por un cadáver a medio tapar a un costado que luego es "descubierto" sin alcanzarse la intensidad que en la concepción pucciniana este final tiene. Moviéndose con mayor libertad en Gianni Schicchi, Cosentino traspoló el cuadro cómico situado en la Florencia medieval, a las primeras décadas del siglo XX, imaginándolo contemporáneo al momento en que fue compuesto. Aquí las cosas funcionaron mejor en todo sentido, las marcaciones y la respuesta del equipo de cantantes resultaron de una fluidez indiscutible. La idea de incluir el aria de Suor Angelica que los familiares de Buoso Donatti escuchan por radio, constituyó un guiño divertido y de cierta picardía para aquellos que pudieran extrañar a la ausente Angelica.
En Il Trittico el éxito se basa más en una buena labor de conjunto que en individualidades y fue precisamente esto lo que sucedió en esta producción, aunque en el apartado vocal, debemos decir que Gianni Schicchi resultó más favorecida que su compañera verista. El experimentado barítono Luis Gaeta , en el rol titular, desplegó su histrionismo sin caer en la caricatura, el tenor salteño Arnaldo Quiroga como Rinuccio exhibió un bello timbre y sorteó sin dificultad su aria "Firenze è come un albero fiorito", Walter Schwarz fue un Simone de calidad y Ana Laura Menéndez cantó con brío su "O mio babbino caro". En Il tabarro se echó en falta una mayor intensidad dramática en las voces masculinas que tuvieron en el chileno José Azócar un viril pero por momentos inaudible Luigi, y en el barítono Ricardo Ortale una interpretación vocal carente de sutilezas. La soprano Mariela Schemper , quien posee un bello timbre en la zona central que va perdiendo conforme asciende al agudo, salió airosa en el rol de Giorgetta por su capacidad expresiva. El rol de La Frugola tuvo el lujo de contar con la bella y poderosa voz de Elisabeth Canis que deslumbró en su breve aparición.
La dirección musical fue confiada a Carlos Vieu , quien logró un excelente resultado, fruto de concebir la obra como un esfuerzo conjunto, buscando siempre el equilibrio entre foso y escenario. Su vigorosa dirección supo extraer de la orquesta, exceptuando alguna desafinación de los bronces, un sonido pulido y de auténtico color pucciniano.
Una excelente forma de cerrar la temporada de Buenos Aires Lírica , con un eficaz y coherente planteo escénico, un equipo vocal equilibrado y un notable concertador que supo coordinar el esfuerzo colectivo para brindarnos este bello título pucciniano |