Un Donizetti bien orquestado
Por Eduardo Giorello
AMBITOWEB, Jueves 4 de octubre de 2007
La temporada de Buenos Aires Lírica continuó con un título básico de la operística italiana, «El elixir de amor». La inspiración melódica volcada en esta partitura por Donizetti tanto para la orquesta como para las voces tuvo una mano segura en Dante Ranieri. Su inspiración como conductor se alió fácilmente a la del compositor, respetando no sólo la maravilla de su vena melódica sino también la dinámica de la obra, equilibradamente balanceada en dos actos simétricos. El Coro de Buenos Aires Lírica hizo un gran trabajo dirigido por Juan de Casasbellas.
Los integrantes actuaron con convicción y cantaron con entusiasmo las frases asignadas a un pueblo que siempre está presente en las peripecias de los protagonistas. Al coro lo movió coherentemente o lo dejó estático el régisseur Claudio Gallardou, quien agregó a la acción original, dieciséis
personajes mudos, que representando situaciones de la «Commedia dell'arte», que ayudaron a la definición de los caracteres y de los espacios escénicos. El mismo Gallardou hizo su show aparte como un arlequín, acompañante de Nemorino. Todo esto en el marco alegre de la rústica aldea campesina creada por Gastón Joubert y con coloridos trajes de María Clara Beitía, siempre eficaces.
El elenco tuvo dos figuras invitadas. Los chilenos Patricia Cifuentes y Luis Olivares, quienes asumieron los papeles principales.
Cifuentes cantó con timbre algo ingrato pero fue hábil en el manejo de las coloraturas y el registro agudo; a Olivares le faltó un poco de candor y simpatía como actor, pero cumplió musicalmente. La célebre romanza «Una furtiva lágrima» fue bien cantada, aunque con un registro algo pesado para el papel. Si se olvidan momentáneamente las estupendas interpretaciones de Nemorino que Buenos Aires escuchó en las últimas décadas, la de Olivares se puede aceptar. Graciosa la personificación de Dulcamara de Fernando Santiago y discreta la participación de Gisela Barok. Se esperaba más de Leonardo Estévez, con el «physique du rol» ideal, pero irregular en su canto. |