Con selección de cantantes
Por Federico Monjeau
CLARÍN, Martes 16 de mayo de 2006
La ópera de Monteverdi contó con buenos intérpretes, entre los que se destacó Soledad de la Rosa.
Al violagambista y director Jordi Savall le debemos esa boutade historicista según la cual la ópera inició su decadencia después del Orfeo de Claudio Monteverdi, de 1607; esto es, que el género empezó a declinar inmediatamente después de su primer ejemplar histórico. Tal vez si Savall hubiera retrasado el punto de inflexión hasta L'incoronazione di Poppea su tesis no sonaría tan descabellada. L'incoronazione... se estrenó en 1643; la música de Monteverdi y el libreto de Busenello forman una trama de consistencia y tensión extraordinarias, en la que es difícil encontrar un punto muerto.
Buenos Aires Lírica acaba de asumir con éxito el enorme desafío de esta obra, sobre todo en la realización musical general y en la selección de los cantantes. La régie de Rita de Letteriis sorprende por su ausencia. La regisseur italiana había avisado que no pensaba poner a Poppea en una discoteca o en una estación de servicio, lo que sin duda se le debe agradecer, pero eso no alcanza, por sí solo, para armar una idea de régie. La realizadora eligió unos sobrios telones de época, más bucólicos o más urbanos, aunque en la escena de la coronación del tercer acto deriva ostensiblemente al kitsch. Una régie puede impresionar por un nuevo enfoque histórico o dramático, por la calidad de la concepción escenográfica o, simplemente, por una idea de buen teatro y manejo de actuaciones. Aquí no se vio ninguna de estas cosas.
Juan Manuel Quintana resolvió con destreza los problemas de equilibrio y fundido de la orquesta de época, que en este caso emplea, además de la cuerda (frotada y punteada), clave y órgano, dos pares de vientos alternados (flautas dulces y cornetti). Soledad de la Rosa fue la gran figura de la noche (como Drusilla, aunque la soprano impuso su diferencia ya desde el prólogo, como Virtù), pero también sobresalieron la soprano brasileña Patricia González (Poppea), la mezzo chilena Evelyn Ramírez (Nerón), la mezzo Eugenia Fuente (Ottavia), los contratenores Martín Oro (Ottone) y José Lemos (con su histriónica Arnalta), el bajo barítono Marcos Fink (Séneca) y el tenor Pablo Pollitzer (Lucano), siempre pasional y riguroso, cuyo dúo central con Nerón (acto II, escena 5) fue memorable. |