Buen Monteverdi, pese a algunos deslices
Por Eduardo Giorello
AMBITO FINANCIERO, Lunes 15 de mayo de 2006
«L'incoronazione di Poppea». Drama musical en prólogo y tres actos. Texto de G.F. Busenello. Mus.: C. Monteverdi. Conc. y dir. mus.: J.M. Quintana. Régie: R. de Letteriis. Esc.: S. Elder. Vest.: B. di Benedetto. Ilum.: E. Sirlin. (Teatro Avenida, hasta el 20 de mayo.)
Si bien el resto de lo programado para esta temporada por Buenos Aires Lírica no pasa los cómodos límites de las creaciones nacidas antes o en el siglo XIX, con esta obra de Monteverdi inspirada en Tácito se actuó con verdadero arrojo, ya que es la base misma de la historia de la ópera y un título no demasiado habitual en las programaciones porteñas. En los cien años del Teatro Colón apenas se ofreció en tres oportunidades a pesar de tratarse de un genuino triunfo artístico debido seguramente al talento de Monteverdi , creador de una manera nueva y bella de encarar el arte lírico, aunque más de una vez se haya puesto en duda la verdadera paternidad de «L'incoronazione».
Obra que deja de lado los retóricos intentos renacentistas, el «dramma per musica» monteverdiano se erige en el primer intento de ópera histórica y vuelve a los personajes más humanos y reales que en experiencias anteriores en las que los dioses eran los excluyentes ejes de la acción dramática. Aún así la obra denota una gran sencillez en su línea argumental, expone un texto de apreciable valor, propone una honda mirada al mundo de los hombres y ofrece una riqueza musical insospechada para la época (se estrenó en Venecia en 1642).
La producción actual tiene varios puntos de interés y apreciable calidad. Juan Manuel Quintana -un especialista en la ópera del Barroco- concertó la obra al frente de un ensamble de unos doce músicos con instrumentos de época. Como en toda ópera barroca no han llegado hasta nosotros demasiados datos de cómo mediar estas partituras por lo que la creatividady la investigación del concertador son básicas. Aquí se extrañó una dinámica más vivaz sobre todo en la hora y media del primer acto, algo moroso y muy uniforme. En cambio su performance ganó intensidad, agilidad y dramatismo en los actos siguientes.
La régie de Rita de Letteriis buscó lo verosímil de estas acciones históricas que terminan con un «happy end». Por tramos lo logró creando un juego teatral verídico y dinámico pero, como ocurre con la música, el primer acto peca de estatismo y no es feliz la solución de los dioses del prólogo en los palcos avant scéne; tampoco el «Amor» con alitas celestes tan «kitsch». Además, y en pos de la verdad escénica ¿quién puede creer que esa señora con túnicas, voz femenina y movimientos refinados sea Nerón? Una caracterización más acorde con el documento histórico hubiera redundado a su favor. Los telones realistas de la Roma imperial, los jardines y las luces así lo exigían.
Un eficaz núcleo de cantantes revive los personajes centrales. Excelente canto el de Marcos Fink en un sobrio Séneca .También el de la chilena Evelyn Ramírez , travestida como Nerón . Hay otro travesti: un brillante José Lemos como Arnalta . Las valiosas voces de Soledad de la Rosa, Patricia González, Eugenia Fuente, Martín Oro, entre otras suman calidad a la interpretación de esta producción independiente de «L'incoronazione...», que no hace olvidar la maravillosa versión de René Jacobs y Gilbert Deflo de hace diez años en el Colón, pero que la hacen igualmente acreedora de una cuidadosa atención por parte del auditorio de hoy. |