El esperado regreso de Ernani a Buenos Aires
Por Gustavo Gabriel Otero
MUNDO CLÁSICO, Jueves 23 de marzo de 2006
EN 'YEVGENY ONYEGIN', LA OPERA DE TCHAIKOVSKY QUE SE ESTRENO EN EL AVENIDA
Fulgor y sombra de Pushkin.
'Yevgeny Onyegin', ópera en tres actos. Música: Piotr Ilych Tchaikovsky. Libreto: Konstantin Shilovsky, basado en la novela de Alexander Pushkin. Director de Orquesta: Carlos Vieu. Director de coro: Juan Casasbellas. Régisseuse: Rita Cosentino. Escenografía y vestuario: Oria Puppo. Coreografía. Viviana Iasparra. Cantantes: Armando Noguera, Daniela Tabernig, Enrique Folger, Gabriela Cipriani Zec, Mónica Sardi, Marta Cullerés, Ariel Cazes y otros. Coro y orquesta de Buenos Aires Lírica. En el teatro Avenida, el viernes 14.
Sin duda la obra de Alexander Pushkin, uno de los más encumbrados novelistas rusos, prendió muy hondo en los músicos de ese origen con su nutrido catálogo de exitosas novelas. Y el genial Piotr Ilych Tchaikovsky no fue ajeno a esto, entusiasmándose con 'Yevgeny Onyegin', que relata una romántica historia de amor que sucede en San Petersburgo en los comienzos del siglo XIX.
Desde chica, Rita Cosentino se movió entre muchos frentes y la impulsaban intereses diversos. A los 11 años empezó a estudiar teatro y danza, cuando terminó el secundario se mudó de San Antonio de Padua a Capital Federal porque el trabajo en un banco, sus incipientes y breves estudios de psicología, sus clases en Bellas Artes, las privadas de música, más alguna presentación con su grupo de ballet era mucho si a todo eso había que sumarle los largos viajes en tren.
MOSCU HACIA 1879
Es ésta su quinta ópera de las diez que compuso. Sin duda el fuerte poder melódico y sentimental, expresado en ricas armonías, plenas de romanticismo, con una instrumentación siempre brillante, así como las bellas arias (la de Tatiana, la del poeta Lensky, por ejemplo) y cierto folclorismo incorporado, hacen de ella la más exitosa y conocida de sus óperas, un género que no obstante su mérito no le deparó la misma popularidad que el sinfónico o sus emblemáticos ballets.
Estrenada en el Conservatorio moscovita en 1879, el compositor ruso logró éxito, pero su difusión, algo pausada, se fue haciendo en base a traducciones del texto, como en nuestro medio, cuando entró al Colón en su cuarta temporada, en italiano, en 1911, para retornar en su original ruso recién tras casi setenta años.
El desafío emprendido por Buenos Aires Lírica en su tercer programa de esta temporada fue entonces elocuente, y generó una versión de notoria calidad, al abordar al ópera de Tchaikovsky en su lengua original, y también dispuso de una noble preparación y ejecución orquestal a cargo de Carlos Vieu, que infundió a la personal paleta del autor la vena romántica y característica, con un rendimiento lucido de la orquesta, y también del coro de la entidad, a cargo de Juan Casasbellas, que cumplió una labor de sólida preparación y esmerada adecuación idiomática.
SOPRANO VALIOSA
En los papeles solistas, el barítono Armando Noguera, como Onyegin, creó un personaje de convincente factura, mejorando con el correr de los actos hasta mostrar su expresividad en el final, con plenitud romántica. Un material sonoro parejo y una emisión franca fueron también sus atributos.
La joven soprano santafecina Daniela Tabernig trazó una personificación sensible y noblemente musical como Tatiana, logrando en la célebre y extensa 'aria de la carta' amalgamar línea de canto y expresividad plenamente romántica. También habrá que subrayar en esta doble veta la labor del tenor Enrique Folger como el poeta Lensky, mostrando apasionamiento y a la vez lirismo y grata voz en su emisión, tal como se advirtió en la bella romanza 'Qué me traerá el nuevo día', previa al duelo en el que cae con Onyegin.
Hubo otras intervenciones también remarcables, como la del bajo uruguayo Ariel Cazes en la sentida y reflexiva romanza del Príncipe Gremin del acto final, 'El amor llega...', las de Gabriela Cipriani Zec, Mónica Sardi y Marta Cullerés, esta última como una expresiva nodriza, la intervención de perfil histriónico de Ricardo Casinelli y las de Walter Schwartz y Esteban Hildebrand, todos en una ajustada labor conjunta.
Un buen manejo escénico de Rita Cosentino transmitiendo el estilo y el sentir romántico que se perfila en la ópera de Tchaikovsky, a través de la animación y vivencia de personajes y escenas, con una escenografía de sencillos contornos y un vestuario en carácter de Oria Puppo, con iluminación efectiva de Horacio Efron y adecuada coreografía de Viviana Iasparra, enmarcó esta propuesta de jerarquía en la reedición de una obra emblemática en el historial de la ópera rusa. |