Renovada puesta de Rossini
Por Héctor Coda
LA NACIÓN, Sábado 23 de julio 2005
"La Cenerentola", melodrama jocoso en dos actos de Gioacchino Rossini, con libreto de Jacopo Ferreti sobre el cuento "Cendrillon", de Perrault, por el coro (dirección: Juan Casasbellas) y la orquesta de Buenos Aires Lírica, con la dirección general de Calos Vieu. Régie. Alejandro Cervera. Escenografía: Jorge Ferrari. Vestuario: Mini Zuccheri. Iluminación: Eli Sirlin. Continuo: Marcela Esoin. Cantantes: Gabriela Cipriani Zec, Hernán Iturralde, Carlos Ullán, Luciano Miotto, Alejandro Meerapfel, María José Dulin y Vanesa Mautner. En el teatro Avenida.
Como una corriente de fresco e ingenioso buen humor, llega a la cartelera de Buenos Aires esta obra maestra del Rossini de "El barbero de Sevilla", en una versión pareja que cuenta con buenas voces, algunas consagradas y otras en plena afirmación ascendente.
"La Cenerentola" ofrece un panorama vocal requerido tanto por la comedia como por el drama, con riesgosas arias de coloratura y numerosas situaciones teatrales que deben ser resueltas con ritmo vivaz. "El triunfo de la bondad", tal el subtítulo, es el eje sobre el cual se opera la transformación de la protagonista, desde el mísero rincón de su servidumbre, hasta su culminación triunfal. La intrincada trama de ardides y equívocos, cuya intencionalidad refleja a la perfección la música de Rossini, requiere una traducción correcta tanto de los rasgos gruesos de su comicidad cuanto de la fina ironía que encierran determinados pasajes y los parlamentos de sus personajes.
Esta nueva versión de "La Cenerentola" cuenta con una valiosa traducción musical. Carlos Vieu le dio un colorido y un vuelo expresivo inusuales mediante una marcación precisa, con la eficaz respuesta que obtuvo de la orquesta reunida por Buenos Aires Lírica. Los típicos "crescendi" rossinianos fueron perfectos, y excelente el equilibrio logrado entre el foso y la escena. No menos valioso fue el movimiento coreográfico que Cervera imprimió a su régie, acertadísimo en cuanto al ritmo de la acción, si bien algo menos feliz respecto de algunos cantantes, entre ellos la compleja composición de la protagonista, quien perdió eficacia actoral en las escenas definitorias del segundo acto. La escenografía de bloques funcionales de colores brillantes resultó inadecuada en las diferentes situaciones, no así el vestuario, elegido con buen criterio.
La labor del elenco
El coro masculino, muy bien preparado, fue sumamente eficaz, como lo fueron los verborrágicos concertantes que la obra posee. Gabriela Cipriani Zec, en el papel protagónico (Angelina), cumplió una labor meritoria en su complejo personaje; su voz fue adecuada y pareja para expresar, inicialmente, su sometimiento a su padre y hermanastras (María José Dulin y Vanesa Mautner, de convincente desempeño). Pero se vio muy exigida en el último acto, con un aria de bravura de compleja estructura.
Descollante fue la actuación del bajo-barítono Hernán Iturralde (don Magnífico), con un rendimiento vocal óptimo para las transiciones emocionales que su personaje pide, ricos gestos y tonos.
Con un lirismo pleno de enternecedores acentos y pareja línea melódica, el tenor Carlos Ullán (don Ramiro) cumplió una labor destacada y muy convincente.
El Dandini que compuso el bajo Luciano Miotto tuvo una eficacia irreprochable, con sólidos recursos vocales. Alejandro Meerapfel (Alidoro) cantó con convincente expresión.
"La Cenerentola" resulta, de esta manera, un espectáculo atrayente y divertido.
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