Revive en la ópera de Rossini que Buenos Aires Lírica
repuso el jueves en el Teatro Avenida
El secular encanto de Cenicienta
Por Néstor Echevarría
LA PRENSA, Sábado 23 de julio 2005
"La Cenerentola", ópera de Gioachino Rossini. Libreto: Jacopo Ferreti. Dirección: Carlos Vieu. Director del coro: Juan Casasbellas. Régie: Alejandro Cervera. Escenografía: Jorge Ferrari. Vestuario: Mini Zuccheri. Iluminación: Eli Sirlin. Cantantes: Gabriela Cipriani Zec, Hernán Iturralde, Carlos Ullán, Luciano Miotto, Alejandro Meerapfel y otros. Coro y orquesta Buenos Aires Lírica. En el teatro Avenida, el jueves 21.
Basada en el inmortal y emblemático cuento del francés Charles Perrault, 'La Cenerentola' (La Cenicienta) fue para Gioachino Rossini otro éxito perdurable en su carrera. Recibió de su libretista Jacopo Ferreti esa temática, adaptada al medio burgués de su tiempo, resolviéndola con su facilidad y prodigalidad conocida (empleó tres semanas para terminarla) y la estrenó en 1817 en el desaparecido teatro Valle de Roma, la misma ciudad que había asistido al triunfal estreno de 'Il barbiere di Siviglia', su obra maestra, un año antes. De modo que todo ese cúmulo de 'bel canto' y de histrionismo conjugados por el 'Cisne de Pesaro', con su espontaneidad y virtuosismo canoro, se presentan en este 'melodramma giocoso', que constituye su vigésimo estreno y que encierra una moraleja en su subtítulo: 'La bontá in triufo' (el triunfo de la bondad).
EL GUSTO VISUAL
Una vez más asistimos a una transposición contextual de época, en esta versión que Buenos Aires Lírica presentó en el teatro Avenida, como tercer espectáculo de su presente temporada. Más allá de un vestuario 'aggiornato', con smokings en los coreutas y trajes y vestidos actualizados para los personajes centrales, preparados correctamente por Mini Zuccheri, la escenografía basada en practicables separados y diversos bloques sueltos, de Jorge Ferrari, no favoreció mayormente por su complejo mecanismo de armado y cierta dificultad para la circulación escénica. Mientras tanto, algo que resultó muy positivo del espectáculo en su faz visual, concebida por Alejandro Cervera, fue el dinámico desplazamiento de actores, las gestualidades y gags eficazmente planteados en relación al canto y los parlamentos, y a la vez el hecho de presentar al coro en permanente movilidad, diríase coreográfica, inclusive.
Ahora bien, donde la versión exhibió apreciable enjundia y nobleza fue en la homogeneidad musical de sus cantantes y en la batuta atinada, justa en tiempos y dosificando el volumen sonoro, con los proverbiales 'crescendi' y 'diminuendi' que mostró Carlos Vieu en el podio, a partir de la conocida obertura, que proviene de una ópera anterior rossiniana, 'La Gazzeta'. El coro lo acompañó también con afinación y eficacia, bien preparado por Juan Casasbellas.
LOS CANTANTES
Los cantantes mostraron considerable homogeneidad e identificación grupal, luciéndose en los ensembles, como el admirable sexteto 'Questo é un nodo avviluppato' del segundo acto, en los diversos concertantes y escenas de conjuntos. En el plano individual, Gabriela Cipriani Zec fue una protagonista eficaz, con apreciable manejo de la coloratura, cerrando con su rondó 'Nacqui all'affanno e al pianto...' con adecuado rendimiento y emisión pareja. Efectiva y lucida labor cumplieron Hernán Iturralde como Don Magnifico y Luciano Miotto como Dandini, mostrando vena cómica, buenos recursos vocales e identificación con el mensaje histriónico de sus personajes. Carlos Ullán evidenció progresos cantando la difícil aria tenoril 'Si ritrovarla io giuro' a la que preceden fanfarrias, emitiendo los difíciles sobreagudos con solvencia; en tanto María José Dulin, lució desenvoltura y gracia junto a una moderada Vanesa Mautner, en las dos hermanastras de Angelina. Finalmente, el bajo-barítono Alejandro Meerapfel como el filósofo Alidoro, ofreció una composición adecuada vocal y escénicamente, completando esta versión de mérito de la imperecedera ópera rossiniana, que el público recibió con muestras de entusiasmo. |