Una "Cenerentola" con audacias justificadas
Por Eduardo Giorello
ÁMBITO FINANCIERO.
«La Cenerentola». Melodrama jocoso en dos actos. Mús.: G. Rossini. Lib.: J. Ferreti. Dir. mus.: C. Vieu. Régie: A. Cervera. Esc.: J. Ferrari. Vest.: M. Zuccheri. Luces: E. Sirlin (Teatro Avenida).
Casi todos los recientes acercamientos a las obras clásicas del repertorio lírico han sufrido las consecuencias de un «aggionamento» compulsivo. Si no se cambian la época o las circunstancias y si no se suman nuevos significados a las antiguas óperas no se adquiere el carné de «moderno» o «posmoderno», aunque en todos los casos la música y la palabra continúan incólumes, sin alteraciones .
Pronto, lo revolucionario será ver una puesta que respete la época original y los lineamientos básicos diseñados por el compositor y los autores de los libretos. Mientras tanto se deberán aceptar las «transgresiones» de los regisseurs como si fueran lo más novedoso y audaz del panorama lírico internacional. Por supuesto que el contagio argentino proviene de una epidemia mundial puesto que las travesuras nacionales no tienen sello propio.
Todo lo anterior viene a cuento ante la nueva producción de «La Cenerentola», de Gioacchino Rossini emprendida por Buenos Aires Lírica, institución pionera en el arte de dar nuevos significados a sus títulos. A veces se hacen bien y las óperas soportan los caprichos de los registas. En otros casos, las cosas se ponen difíciles de digerir. No es el caso de la puesta de Alejandro Cervera para el melodrama belcantista inspirado en «Cedrillon», de Charles Perrault . En última instancia, estas interpretaciones rossinianas actualizadas las hizo con gran aceptación y no poca altura estética Jean-Pierre Ponnelle , uno de los más grandes regisseurs del siglo XX, a quien lo divertía mucho jugar con la literatura musical de Rossini.
Con buen gusto y dinámica coreográfica, Cervera trajo a nuestros días la vieja historia de Cenicienta . Los cantantes del staff fueron dóciles a sus marcaciones y el resultado es bastante aceptable ya que hay teatralidad y diversión en la exposición de las acciones. Carlos Vieu concertó una realización musical de categoría, muy a la manera de un Abbado , con temperamento itálico, refinamiento y suma delicadeza.
Figura descollante del elenco resulta Luciano Miotto , un bajo bufo de estupendo canto y destreza en el desempeño escénico. También aportan gracia Hernán Iturralde como Don Magnífico, Carlos Ullán como el príncipe y la protagonista, Gabriela Cipriano Zec , una brillante Angelina , de excelente coloratura y permanente musicalidad.
También se destacó Alejandro Meerapfel en el filósofo Alidoro . Merced a los diseños de Mimi Zuccheri , las hermanastras (Vanesa Mautner y Vanesa Aguado Benítez ) se convirtieron en dos «loros» de filiación almodovariana.
Cuando todos ellos se unieron en los célebres conjuntos (septetos y otros menores) junto al disciplinado coro masculino dirigido por Juan Casasbellas, Rossini estuvo presente de la mejor manera. |