Macbeth en el Avenida
La puesta al día de un drama verdiano
Por Federico Monjeau
CLARÍN. Jueves 1º de abril de 2004
La ópera se representa en una producción de Buenos Aires Lírica. La realización tuvo aciertos que compensaron ciertos problemas técnicos.
Buenos Aires Lírica abrió su temporada con una pieza central de la dramaturgia verdiana, Macbeth, que subió con dirección de Guillermo Brizzio y régie de Marcelo Perusso, autor también de la escenografía.
Buena parte de la escena transcurre sobre una económica disposición de estructuras metálicas verticales que crea una diversidad de planos adecuada, sin evitar no obstante algunos efectos dispersivos. Las brujas prolongan innecesariamente una escena general de cabaret. El problema no son los traslados ambientales o históricos, sino la sensación de estar frente a un hecho decorativa, dramáticamente inconsistente y, de cualquier forma, estéticamente mal resuelto. La puesta acierta en las acciones reducidas, muy especialmente en los dúos del diabólico matrimonio Macbeth y en la célebre escena del sonambulismo, aunque también es lograda la composición del bosque de Birnam en el cuarto acto, donde unos movimientos justos y unas luces crean el aire de una inminente redención.
El elenco de cantantes es sólido. La soprano Myriam Toker (Lady Macbeth) tuvo un comienzo un poco destemplado (especialmente en los agudos), pero consiguió afianzarse a partir del segundo acto. El barítono Marcelo Lombardero (Macbeth) aportó una buena línea de canto y una decisiva chispa dramática; el bajo cubano Homero Pérez sorprendió favorablemente en el papel de Banco y el tenor Enrique Folger brilló como el noble Macduff.
Guillermo Brizzio desarrolló una notable concertación general, la orquesta respondió correctamente y el coro dirigido por Juan Casasbellas tuvo un excelente desempeño. El comienzo de la función (sábado 27) se demoró unos minutos debido a un acople de la parte electrónica. Este acople principal fue desactivado, pero una segunda frecuencia de menor intensidad acompañó inexplicablemente la función de punta a punta, llegando en las arias y en los pasajes orquestalmente más desnudos a oírse como un auténtico pedal.
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