Una régie fascinante
Por Pablo Kohan
REVISTA NOTICIAS. Viernes 19 de noviembre de 2004
"Ariadna en Naxos", ópera de Richard Strauss, con Virginia Correa Dupuy, Carlos Bengolea, Natasha Tupin, Adriana Mastrángelo, Marcelo Lombardero y elenco. Régie: Rubén Szuchmacher. Dirección: Rodolfo Fischer. Camerana Bariloche. Buenos Aires Lírica. Teatro Avenida
La ópera off-Colón sigue sumando puntos, acumulando méritos y convocando adeptos en su no tan oculta disputa, ciertamente desigual, con el teatro de la calle Libertad. A decir verdad, y con toda la carga de subjetividad que esta afirmación puede tener, en este año, en el Colón no ha habido ninguna producción que haya alcanzado una propuesta global y comprensiva tan impecable como esta "Ariadna" que ha logrado Buenos Aires Lírica en el Avenida. En esta presentación se pueden encontrar voces excelentes, un sonido general perfecto, una régie fascinante, una dinámica teatral atrapante y un muy perceptible compromiso, casi vocacional, por parte de todos los involucrados. Esta conjunción de tantos factores, en realidad, todos, es lo que nunca termina por completarse en el Colón, donde algunas cargas -la orquesta, el coro, tiempos de ensayos que no se cumplen- parecen ser demasiado pesadas.
Es real que la ópera de Strauss, sobre un libreto tan poético como inteligente de Hugo von Hofmansthal, permite un tipo de desarrollo integral. Sin embargo, el asunto es cómo conseguirlo. El planteo de Szuchmacher es esencialmente teatral, con un conocimiento exacto de los tiempos de desarrollo musical, lo que le permite elaborar desarrollos dramáticos magistrales, centrándose en la acción y prácticamente dejando de lado las cuestiones escenográficas. Todo se reduce a un marco espacial general -el único decorado que ocupa el escenario son dos bloques macizos e inmóviles, una especie de dolmen megalítico muy aerodinámico- apenas matizado por diferentes juegos de luces. Los desplazamientos, las marcaciones actorales y las capacidades demostradas hicieron todo el resto.
Dentro de un elenco muy parejo en su alto rendimiento, hay varias figuras por destacar. Virginia Correa Dupuy compone una Ariadna notable. Su papel es el menos sencillo de realizar y fue su voz la que le otorgó todos los matices y todos los componentes para construir un personaje que pasa, casi sin escalas, de la depresión profunda a la liberación. En la primera parte, Adriana Mastrángelo, el Compositor, sorprendió favorablemente con un canto casi wagneriano que, hasta el presente, no había tenido las posibilidades de demostrarlo. La tercera de las damas es Natasha Tupin, cuya Zerbinetta es de antología. A puro histrionismo y musicalidad, logró la ovación más prolongada de la noche. Si bien en sus coloraturas pueden encontrarse algunos deslices, suplió ampliamente estos ínfimos yerros con una actuación memorable y una gracia realmente consagratoria.
Gui Gallardo, el Mayordomo, se manejó a pura actuación ya que su personaje sólo habla y, en su caso, de un modo sumamente efectivo. Marcelo Lombardero, Arlecchino, se mostró solvente y dúctil como siempre y Enrique Folger, el Maestro de baile, denotó una gran capacidad vocal y escénica. De las tres ninfas que acompañan a la protagonista, hay que resaltar especialmente a Carla Filipcic Holm, cada vez más afirmada como una cantante de primerísimo nivel. Sobre el final, Carlos Bengolea apareció para lidiar con el más heroico de todos los papeles y salió airoso: el largo dúo de Bacchus y Ariadna fue el broche ideal para una ópera que tuvo una realización brillante.
Por último, en el podio estuvo el chileno Rodolfo Fischer que manejó los aspectos musicales con una maestría innegable. Claro, por delante de él, en el foso, estuvo la Camerata Bariloche, con muchos músicos agregados, en lo que fue el debut operístico del prestigioso ensamble que, como Gardel, cada día toca mejor. |