— ¿Hay diferencias de estilo importantes entre esta obra y las posteriores escritas por Händel? — Las hay, pero Händel es un compositor que reutilizó mucho su música, y encontramos por ejemplo números musicales de Agrippina que aparecen en otras obras suyas. Una diferencia importante es que en las obras tardías el recitativo pierde peso, e inclusive lugar musical. Personalmente encuentro que la música que escribió en su juventud es la más fogosa, la más inmediata. Tal vez en comparación con Alcina u otras obras de madurez más difundidas, Agrippina no tenga el mismo grado de elaboración, pero sí más frescura y espontaneidad. Puede que la diferencia más importante de estilo en este autor aparezca a partir del momento en que dejó de escribir ópera y se dedicó al oratorio, porque ya hay una estructura musical distinta, con una forma más depurada, pero sin el ímpetu de las cantatas o de la misma música religiosa que escribió en Roma siendo más joven.

— ¿Tenemos cantantes en Argentina que estén bien preparados para las tendencias actuales de interpretación de este repertorio? — No se puede generalizar, obviamente en ningún país pasa que todos los cantantes tengan la flexibilidad vocal y musical como para acceder a un tipo de interpretación barroca más sutil donde la voz no lo sea todo, dándole mayor lugar al texto y a un fraseo refinado. Considero que tenemos un buen elenco para esta producción de Agrippina, y eso teniendo en cuenta que se requiere una vocalidad muy importante, porque en la época en que estas obras fueron escritas, se demandaba un nivel técnico muy desarrollado de los interpretes para poder cubrir las exigentes líneas de canto de los personajes.

— ¿Su actividad como interprete de viola da gamba se complementa con la dirección orquestal? — Para mí son dos cosas muy distintas. Creo que mi actitud está más ligada en cada caso a la obra que esté haciendo en vez de a la función de violista o director que me toque. Me siento muy afín a la dirección porque me gusta, pero tocar la viola es una experiencia distinta, diría que no comparable.

— ¿La ópera barroca se adapta mejor a espacios como el Teatro Avenida que a otras salas más grandes? —Es cierto que el teatro barroco promedio era más chico que una sala como, por ejemplo, la del Colón. Muchas cosas se facilitan en un teatro de dimensiones más reducidas y el Avenida podría ser un buen ejemplo, pero los teatros grandes no se inventaron en el siglo XIX para la ópera del romanticismo, también existían en el barroco, como por ejemplo el San Carlo de Nápoles, donde Scarlatti y Pórpora hicieron muchas de sus obras. El barroco es un período de la música que dura doscientos cincuenta años, al punto que entre Beethoven y Stravinsky existe la misma diferencia que entre Monteverdi y Händel, y en un período tan vasto hay obras muy diversas, algunas que no se adaptan bien a espacios grandes, pero hay otras que sí. AGRIPPINA, dramma per musica en tres actos de Georg Friedrich Händel con libreto de Vincenzo Grimani (estreno sudamericano). Dirección musical: Juan Manuel Quintana. Régie y diseño de iluminación: Claudio Gallardou Escenografía y vestuario: Renata Schussheim Claudio: Hernán Iturralde Agrippina: Carla Filipcic Holm Nerón: Rosa Domínguez Poppea: Laura Antonaz Ottone: Franco Fagioli Pallante: Alejandro Meerapfel Narciso: Pablo Travaglino Lesbo: Sergio Carlevaris Orquesta Barroca del Plata (instrumentos originales). 16, 18 y 24 de septiembre a las 20, 26 de septiembre a las 18. Teatro Avenida, Avenida de Mayo 1222 (Buenos Aires Lírica).