La Clemenza di Tito
Por Susana Freire
LA NACIÓN. Domingo 31 de agosto de 2003
Una puesta ingeniosa y muy creativa
Cada vez que se habla de renovar la ópera a través de la régie, no faltan las opiniones encontradas que dan lugar a la polémica
Marcelo Lombardero, discretamente y en silencio, preparó la puesta de "La clemenza di Tito", ópera de Mozart, que se ofreció hasta ayer en el Avenida, y del resultado nadie hizo la menor objeción, por el contrario fueron todos elogios.
Claro que el régisseur contó con el valioso aporte de Daniel Feijóo en la escenografía, Luciana Gutman en el vestuario y Horacio Efron en iluminación, tres rubros imprescindibles para la hechura estética del espectáculo. Artífices que por otra parte le permitieron a Lombardero hacer una traslación temporal irreprochable, con algunos toques de anacronismos inteligentes.
En primer lugar, el acertado diseño del espacio escénico, que estuvo distribuido de tal manera que con simples cambios de paneles y desplazamientos de mobiliario se dibujaron diferentes ambientes: dormitorio, despacho presidencial, la calle, salones, todo con un estilo monumentalista propio del clasicismo romano, con algunos toques de modernidad. También se distinguió el vestuario, donde se combinaron formas clásicas con diseños modernos, con fuerte preeminencia del negro y el rojo, blue jeanes, remeras, alguna con el logo de los Rolling Stones.
El toque netamente contemporáneo lo brindaron los celulares, una computadora portátil, un coche convertible rojo, detalles que no desentonaron y que, por el contrario, permitieron a los cantantes-actores encontrar el sostén para mantener una línea de pensamiento durante los momentos solistas.
También es de reconocido lucimiento la iluminación que elaboró con el efecto de humo una de las escenas más conmovedoras: el incendio del Capitolio.
El recurso de los paneles que se desplazan en escena no entorpeció la visual y también fue ingenioso que algunos cantantes se cambiaran detrás de un biombo mientras se desarrollaba la acción. Una forma de dinamizar un texto que obliga al estatismo.
Finalmente, cabe señalar que las nuevas generaciones de cantantes exponen algo más que la voz: el cuerpo. Se ve casi como una necesidad ese compromiso corporal que después se traduce en una carga mayor de emotividad en las voces, al mismo tiempo que a los protagonistas se los ve más cómodos en la composición.
En resumidas cuentas, la ópera se renovó pero sin alterar el contenido de las historia. Quedó al descubierto que, cuando hay creatividad e ingenio, el arte no conoce límites y el público lo reconoce.
|