Un Tito posmoderno
Por Gabriel Gustavo Otero
MUNDOCLÁSICO. Martes 25 de agosto de 2003
Buenos Aires, 21 de agosto de 2003. Teatro Avenida. Wolfgang Amadè Mozart: La Clemenza di Tito. Ópera en dos actos. Libreto de Caterino Mazzolá sobre el texto homónimo de Pietro Metastasio. Marcelo Lombardero, dirección escénica, Daniel Feijóo, escenografía. Luciana Gutman, vestuario. Horacio Efron, iluminación. Jorge Lavista, continuo en fortepiano. Gustavo López Manzitti (Tito Vespasiano), Virginia Correa Dupuy (Vitellia), Graciela Oddone (Servilia), Cecilia Díaz (Sesto), Adriana Mastrángelo (Annio), Alejandro Meerapfel (Publio). Coro Buenos Aires Lírica. Director del Coro: Juan Casasbellas. Orquesta de Buenos Aires Lírica. Dirección Musical: Susana Frangi. Espectáculo presentado y producido por la Asociación Buenos Aires Lírica. Se repite el 29 y el 30 de agosto.
Estrenada en Praga el 6 de septiembre de 1791 en ocasión de los festejos de la coronación del emperador Leopoldo II como Rey de Bohemia La Clemenza di Tito comenzó, contra lo que se cree corrientemente, una interesante carrera internacional que la llevó a Viena, Hamburgo, Berlín, Dresde, Londres. Lisboa, París, Milán, San Petersburgo y Nueva York, entre otras ciudades, en el lapso comprendido entre 1794 y 1825.
Luego de 1830 la obra entra en una etapa de ostracismo por los cambios en los gustos estéticos del público, por la desvalorización de la misma por considerarla sólo una obra 'de circunstancias' y por la inexistencia de castrati.
A partir de las representaciones ofrecidas en 1949 en el Festival de Salzbugo, con la asignación a mujeres de los papeles originalmente para castrados y las muevas orientaciones analíticas, biográficas y documentales sobre la obra de Mozart en general y sobre La Clemenza di Tito en particular, sumado a los primeros registros fonográficos (1951; 1955 y 1967), la obra reinicia el camino de la revalidación de sus méritos.
En eso contexto encontramos el estreno para la Argentina el 11 de julio de 1969 en el Teatro Colón, con dirección musical de Peter Maag, vestuario y decorados de Alfred Sierke, dirección escénica de Joachim Herz y el concurso de los cantantes Renzo Casellato (Tito), Teresa Berganza (Sesto), Heather Harper (Vitellia), Mirtha Garbarini (Servilia), Norma Lerer (Annio) y Ángel Matiello (Publio). Luego La Clemenza volvió a representarse en 1980 y 1995 en dicho Teatro.
No puede dejar de elogiarse la vuelta a la escena de una obra que tiene, además de grandes momentos musicales, una búsqueda de veracidad psicológica en sus personajes con una Vitellia resentida y despechada, Sesto y su lealtad a Tito y a la vez su amor y lealtad a Vitellia, con la bella pero llena de carácter Servilia, el impetuoso y honesto Annio y evidentemente el generoso Tito.
La Puesta:
El polifacético Marcelo Lombardero, quien además de cantante lírico en la cuerda baritonal incursiona cada vez con mayor éxito en la dirección escénica, planeó una puesta con un Tito postmoderno. Los elementos técnicos funcionan a la perfección plasmando sus ideas mediante la escenografía de Daniel Feijóo, el vestuario de Luciana Gutman y la iluminación de Horacio Efron.
En esta concepción el marco escénico son columnas y practicables que simulan el mármol negro, flejes de acero inoxidable y vidrios traslúcidos.
El vestuario es moderno y a la vez atemporal. Con uniformes militares con estilizaciones, ropa de etiqueta para los miembros de la corte, vestimentas punk y rockeras para el pueblo, secretarias en traje sastre, mucamas actuales y obreros en ropas de trabajo.
Como elementos de utilería se utilizan teléfonos celulares, ordenadores portables, ametralladoras y la entrada de Tito en un auto descapotable rojo.
Las marcaciones tratan de hacer que la acción no decaiga en ningún momento con miles de pequeños detalles estudiados y evidentemente ensayados a la perfección. Excelente la escena de la quema del Capitolio que se vislumbra a través de los vidrios traslúcidos y con el humo amarillo y rojo.
Pero el gran golpe de efecto es el cuadro final o apoteosis de Tito. Luego de utilizar durante toda la obra el código teatral de una puesta moderna, el telón se cierra tras el aria de Vitellia Non piú di fiori y al volver a abrirse nos encontramos con los personajes vestidos al estilo del siglo XVIII todos en colores blancos, con grandes telones con dibujos dieciochescos y con marcaciones actorales rígidas y acartonadas.
Esto nos hace preguntarnos: ¿El Tito postmoderno sueña con ser el del pasado, el del pasado sueña con ser moderno, el director escénico nos quiere confirmar su capacidad para efectuar una puesta tradicional, o por el contrario son funcionarios modernos que en los actos oficiales deben utilizar vestimentas antiguas como en realidad pasa actualmente en Gran Bretaña?. Gran pregunta que nos deja flotando Lombardero con este excelente trabajo.
La versión musical:
Cuando el elenco es muy parejo en calidad y rendimiento realmente se hace difícil poder analizar la actuación de cada uno de ellos. Este es uno de los casos.
Susana Frangi desde el podio volvió a demostrar su capacidad para la concertación. Su versión fue bien trabajada, con cuidado en el estilo y en los planos sonoros.
Eficiente el Coro preparado por Juan Casasbellas y notable la labor de Jorge Lavista a cargo del continuo, quien preparó, junto al regista, los recitativos.
Los cantantes:
En el protagónico Gustavo López Manzitti manifestó nuevamente su profesionalismo y calidad vocal, especial mención merece su interpretación de aria Ah, se fose intorno al trono del primer acto.
Evidentemente el peso del rol de 'Sesto' es fundamental en la obra, Cecilia Díaz lo encarnó con su habitual solvencia escénica y vocal. Supo transmitir cada uno de los detalles de la partitura y de los cambios de estado de ánimo del personaje. Especial lucimiento logró en el recitativo acompañado Oh Dei, che smania è questa del primer acto y en el aria Deh, per questo istante del segundo.
El otro rol fundamental es el de la malvada 'Vitellia'. La apuesta de encomendar el mismo a una mezzo y no a una soprano era un riesgo. Virginia Correa Dupuy salió airosa del cometido, cantó con gran expresividad toda la partitura y en especial el rondó Non piú di fiori, aunque debió entubar la emisión en algunos momentos para poder encarar el sector más agudo como en el caso del terceto del primer acto Vengo ... aspettate ... Sesto.
Exquisita línea de canto demostró nuevamente Graciela Oddone en el rol de 'Servilia', muy bien resuelto el 'Annio' de Adriana Mastrángelo y correcto en el pequeño papel de 'Publio' Alejandro Meerapfel.
En suma: un Mozart de excelente calidad presentado por Buenos Aires Lírica y que deja el deseo de volver a presenciarlo en otra función. |